Todo al seis, Gelardo

El 6 para Aitor Gelardo (Catral, 2002). El reparto de dorsales en el seno del Racing Club Ferrol deja un mensaje claro por parte de uno de los capitanes de la fragata verde, que cambió su número identificativo 14 del pasado curso por el 6. No es un dígito cualquiera. Es el número asociado a una demarcación de pivote, que vino a cubrir el pasado verano y que, por avatares de la temporada, apenas pudo ocupar. Un año después, con Pablo López al timón, la reivindicación como seis de Aitor Gelardo sigue siendo la misma y el estreno de los suyos este domingo frente al Talavera en A Malata (12.00 horas, LaLiga+) —a la vista de que la dirección deportiva sondea el mercado en busca de un mediocentro defensivo— se erige como su gran baza para recuperar su identidad perdida sobre el terreno de juego.

Risueño, discreto, maduro para sus 23 años y con el poso de haber vivido un infierno colectivo e individual la pasada campaña. Un curso en el que se presentó con las cosas claras —«siempre he jugado de medio centro, de seis o de ocho, es en la posición en la que me encuentro más a gusto», reseñó en su primera comparecencia pública— y  en el que su yo se fue diluyendo con el paso de las jornadas. De falso extremo con Cristóbal Parralo al mando, Gelardo se estrenó como goleador con un zurdazo ante el Burgos. Memorable fue también su zambombazo bajo la lluvia de A Malata en la derrota por 1-4 frente al Almería. Con todo, el pivote al que el entonces director deportivo Carlos Mouriz presentó como mediapunta y al que Cristóbal escoró a banda, vio reducida su presencia con la llegada de Alejandro Menéndez.

El chico para todo, el jugador camaleónico y el eterno comodín se quedó sin minutos en casi la mitad de los partidos en los que el preparador asturiano ocupó el banquillo. Además, en los duelos en los que por circunstancias pudo ocupar su demarcación natural, no logró retratarse como un medio centro ganador de duelos o como un virguero en el trato con el balón. ¿Diez, ocho, seis? En pleno empacho de números, la sombra del nadacampismo planeó sobre un Aitor Gelardo que, con cerca de 400 minutos de rodaje en una pretemporada en la que hasta ha tenido que ejercer de central, necesita de una vez por todas de una buena mano de cartas.

Sacarlo fuera

Trasladar la fuerza de la numerología de su nuevo dorsal al terreno de juego. Erigirse como ancla necesaria de la fragata verde ante un Talavera, que en pretemporada ha experimentado entre otras variantes una presión alta en salida de balón con la que el Castilla y el Fabril llegaron a asfixiar al Racing. Son solo algunos de los retos que tiene por delante Gelardo que, en un claro paralelismo con el propio Racing, se juega mucho en este arranque de campeonato del ahora o nunca.

Y es que no hay momento más idóneo que el actual para aprovechar la inercia de un equipo en construcción y que la revolución del seis acabe cristalizando en su asentamiento en una medular que se antoja capital para el planteamiento de Pablo López.

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Jose Valencia

«Espero que me vaya bien a mí y que nos vaya bien a todos», subrayó el propio Gelardo este sábado tras dar por concluida la sesión de trabajo previa al gran duelo. Declaraciones que dejan patente su voluntad como jugador de equipo, su creencia en el bien común como catalizador en el balompié y en las que, en su caso, se deja ver también entre líneas que al propio mediocentro le falta ese convencimiento interno de lo es y lo que puede aportar en la sala de máquinas. Sacar el pivote que llevar dentro y reivindicarse como tal —No más Gerardos o Geraldos cuando se pronuncie su nombre— antes de que el mercado dicte sentencia. Gelardo, todo al seis. Será una apuesta en beneficio de todos.

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