Lugo, un nuevo proyecto lastrado por la falta de gol

Emilio Rosanes

OPA RACING

Mariam A. Montesinos

El conjunto lucense suma un único tanto de penalti en 270 minutos de juego

20 sep 2025 . Actualizado a las 18:29 h.

El arranque soñado, el inicio que parece escrito por la mano de un destino que viste de verde. Nuestra fragata, firme y orgullosa, se ha lanzado al mar de la competición con viento a favor, demostrando que los sueños también saben de cálculos, planos y certezas cuando los guía el ingeniero de ilusiones, Pablo López.

Tres victorias que significan mucho más que nueve puntos. Son cicatrices de oficio, gritos de rebeldía frente a la adversidad y la confirmación de que el trabajo paciente y el conocimiento profundo florecen en cada gol, especialmente si nacen de la estrategia.

Allí donde hubo empate y derrota en pretemporada ahora hay superación y coraje para transformar en victorias, con la convicción de que este equipo ha aprendido a remar juntos, con fuerza, fe y determinación.

Un inmejorable inicio que no nace de la casualidad, sino de la promesa de un viaje en el que cada punto se celebra como se celebra la vida, es decir, con pasión, con entrega y con la certeza de que aún queda mucho mar por conquistar.

La exigente travesía competitiva de esta semana encuentra su puerto en Lugo, donde nos espera un rival que ha mudado su piel. Nueva propiedad, nuevo Consejo de Administración, nueva dirección deportiva y un proyecto que late con esperanza, dejando atrás la improvisación para abrazar un horizonte de orden y ambición. Es un Lugo que respira ilusión renovada y que se presenta con una plantilla compensada en casi todas sus líneas, pero al que quizá le falte ese gol que rompe partidos y escribe victorias.

La memoria de la temporada pasada no invita al optimismo. Los cuatro tantos de Víctor Pastrana, los dos de Kevin Presa y David Rosón y el hecho de que el resto de jugadores apenas se animara más allá de un único grito de gol parecen no ser suficientes para cimentar certezas. Sin embargo, la esperanza se viste de juventud con nombre serbio, Ognjen Teofilovic. Sus 25 goles con el conjunto sub-19 del Estrella Roja podrían cambiar la historia, convirtiendo ilusión en realidad. No obstante, Lugo aguarda, renovado y expectante, dispuesto a demostrar que en el fútbol no solo cuentan las cifras del pasado, sino también el hambre del presente.

Un Club Deportivo Lugo que parecía soñar con un renacer, ha comenzado la temporada con unas sensaciones muy alejadas de las que evidenció en pretemporada. La realidad, fría y dura, se ha impuesto, con dos derrotas a domicilio ante Real Madrid Castilla (2-1) y Zamora (1-0) , un empate sin goles frente a Real Avilés (0-0) y un único tanto marcado, desde el punto de penalti, en los 270 minutos disputados, que ya pesan como una losa.

El resultado es un inicio decepcionante que sitúa al conjunto lucense en la penúltima posición de la tabla, con más dudas que certezas y con la presión de un proyecto que nació para soñar con cimas más altas y no para anclarse en la zona baja. El eco de la ambición choca, por ahora, con la pared de los números.

Pero en el fútbol, como en la vida, cada tropiezo guarda escondida la semilla de la redención. Y Lugo, herido en el arranque, aún tiene en sus manos la oportunidad de transformar este inicio gris en el prólogo de una historia de superación.

El encargado de pulsar la tecla que cambie la melodía en Lugo no es otro que el santiagués Yago Iglesias, que llega con el aire fresco del triunfo reciente, el del ascenso con el Pontevedra a Primera RFEF, y con la huella de la experiencia marcada en la piel de la categoría, pese a no haber podido evitar el descenso del Zamora en la temporada 2021-2022.

Su desafío es ahora mayor, no se trata solo de levantar resultados y cambiar el rumbo de la temporada, sino de transformar la adversidad en oportunidad, la incertidumbre en convicción y el silencio en un grito de esperanza que retumbe en el Anxo Carro para insuflar fe a una afición que merece volver a creer. Yago aterriza en Lugo con la serenidad de quien sabe que el pasado no es una condena, sino un maestro. Como escribió Da Vinci, la experiencia nunca se equivoca, son nuestros juicios los que se equivocan al esperar de ella lo que no está en su poder.

LA PLANTILLA

Profunda renovación con el nuevo equipo directivo

El nuevo Lugo es un barco prácticamente reconstruido desde los cimientos, pues de la temporada anterior apenas sobreviven tres marineros y a su cubierta se han subido veinte rostros nuevos, cargados de ilusión y hambre de demostrar.

En la portería la seguridad viaja en las manos expertas de Marc Martínez, procedente del Granada y la juventud prometedora de Iker Piedra que llega del Murcia. En línea defensiva, solo resiste de la pasada temporada Nathaniel Nicholas, rodeado de una muralla renovada con los laterales diestros Iago López, procedente del Universitatea Craiova rumano, y Jon Merino de la Real Sociedad B, el exdeportivista Diego Caballo en el lateral zurdo que aterriza desde el descendido Intercity y una nueva nómina de centrales con Pablo Trigueros, que llega del Andorra, Josep Gayá y José Amo del Tenerife e Ibaider Gárriz procedente de Osasuna B.

La zona de creación se renueva completamente con las llegadas de Álex Balboa y Álex Carbonell, procedentes del Almere holandés, Kevin Presa y Txus Alba desde la Cultural Leonesa, Neco Celorio desde Algeciras y el regreso del cedido David Rosón desde el Don Benito.

En bandas a la continuidad del joven Jorge González, se suman las llegadas del veterano Lago Junior, procedente del Racing de Santander, Víctor Pastrana desde Alcoyano y Santi Samanés desde la Cultural Leonesa.

Como referencias ofensivas, repite Nicolás Reniero, al que se une Iker Unzueta, procedente del Huesca y Ognjen Teofilovic desde el conjunto sub-19 de Estrella Roja, que aún no se incorporado a la dinámica del conjunto lucense.

Un plantel renovado, con una media de edad de 26,8 años que simboliza un cambio radical y una apuesta firme por el futuro, con el corazón abierto a la esperanza y la ambición de escribir una nueva historia.

Aunque, quizá, la decisión más trascendental del Lugo no se encuentre en fichajes ni en sistemas de juego, sino en la continuidad de José Luis Corral García como delegado de equipo. En él se funden la educación y el respeto hacia todos los actores de la competición, con un conocimiento reglamentario profundo forjado en su etapa como colegiado arbitral en la categoría. Su figura no solo suma, sino que se convierte en imprescindible en el nuevo formato competitivo, en el que las revisiones del Sistema de Videoarbitraje VAR deben ser solicitadas desde los respectivos banquillos.

El Lugo ha sido sabio, adelantándose a la mayoría de clubes de la categoría, al asegurar la presencia de alguien capaz de convertir un detalle reglamentario en una ventaja competitiva, ya que, en un fútbol donde cada matiz cuenta, donde un instante puede decidir un resultado, la experiencia y el conocimiento de Corral pueden traducirse en puntos y victorias.

No es solo un delegado, es la voz serena que aporta luz en medio del ruido, el guardián silencioso de la justicia en el césped y el reflejo de que el Lugo no solo construye equipo en el campo, sino también en la trinchera invisible donde se deciden los detalles que marcan la diferencia.

SISTEMA DE JUEGO

Fidelidad rigurosa al 1-4-2-3-1

El técnico santiagués del conjunto lucense ha mantenido su confianza en el sistema de juego 1-4-2-3-1 durante los 270 minutos de competición oficial. Un sistema que considera su brújula, inamovible, aunque el once se moldee hombre por hombre. La gran sorpresa llegó en la tercera jornada, cuando el técnico apostó por Iker Piedra en portería, argumentando su mejor adaptación al desplazamiento de balón con los pies, dejando en el banquillo al veterano Marc Martínez, capitán en las dos primeras fechas.

Una decisión valiente, cargada de simbolismo, que refleja confianza en la juventud y en la construcción de un nuevo camino. En la retaguardia, Iago López se asienta en el lateral derecho, mientras que José Amo y Josep Gayá se reparten las llaves del centro de la defensa, con Diego Caballo como dueño de la banda izquierda. En la sala de máquinas, la batuta de Álex Carbonell parece indiscutible, acompañado del recorrido de Kevin Presa o Álex Balboa. En bandas, la electricidad de Víctor Pastrana o el desparpajo de Jorge González en derecha, la magia de Neco Celorio en la media punta y la potencia de Lago Junior en banda izquierda y la brega de Iker Unzueta como referencia ofensiva.

La imposibilidad de alinear a Lago Junior, debido a molestias musculares, podría abrir la puerta a Víctor Pastrana jugando en su perfil natural o al empuje de Santi Samanés como titular. En el banquillo, con hambre de minutos, esperan el lateral Jon Merino, el central Pablo Trigueros, el media punta Txus Alba y el delantero Nicolás Reniero, piezas con calidad para poder cambiar el curso de un encuentro. Mientras, otros nombres esperan su turno para irrumpir. Es el caso del central Nathaniel Nicholas, el canterano David Rosón, el central Ibaider Gárriz y el serbio Ognjen Teofilovic, aún con las maletas por deshacer.

Las variantes introducidas por Yago Iglesias han sido, hasta ahora, sutiles, cambiando hombre por hombre, como piezas que se mueven en el tablero sin alterar el dibujo que sostiene al equipo. Un plan fiel, casi inmutable, que habla de convicción y de la búsqueda de una estabilidad que todavía está en construcción.

Sin embargo, el fútbol siempre guarda matices y, en ese lienzo, aparece la figura de Álex Balboa, cuyo recorrido incansable, su vocación ofensiva y su forma de pisar el césped con hambre de más, abre la puerta a otro dibujo posible en su presencia, un sistema 1-4-1-4-1 que se desplegó tímidamente en el estreno liguero, una variación que no traiciona la idea, sino que la enriquece, aportando profundidad y energía.

FASE OFENSIVA

Fidelidad inquebrantable al juego combinativo

El sello inconfundible de Yago Iglesias se dibuja en un fútbol valiente, ofensivo, que busca la progresión en su juego a través de la posesión de balón. Desde su llegada, esta ha sido la principal seña de identidad que guía al Lugo, un estilo reconocible y una filosofía que no se negocia. La pretemporada alimentó la esperanza, con buen juego y resultados que parecían anunciar un camino firme. Pero el arranque liguero ha mostrado una realidad más áspera, una versión que duele porque contradice lo soñado.

El Lugo ha elegido el camino más bello y, a la vez, más arriesgado, el de la fidelidad inquebrantable al estilo de juego combinativo, incluso cuando los rivales han respondido con presiones altas, intensas y en bloque. Esta fidelidad, casi romántica, los ha llevado a sufrir numerosas pérdidas de balón en zonas prohibidas, abriendo la puerta a ocasiones de gol clarísimas para sus adversarios y a caer en derrotas, como la de Zamora, que aún late en la memoria reciente.

Pero en esa arriesgada apuesta, también hay grandeza, la grandeza de un equipo que prefiere morir con su estilo antes de traicionarlo, que entiende que, como en el amor y en la vida, solo quien arriesga con fe puede, algún día, transformar el riesgo en gloria.

El balón, que debería fluir como un río sereno y decidido, se convierte, en demasiadas ocasiones, en un torrente lento y previsible. La circulación carece de chispa y velocidad, se abusa del pase de seguridad y no aparece la profundidad que hiere, de forma que los ataques posicionales del Lugo pierden filo y carecen de ese colmillo afilado que asusta y desgarra defensas.

Cuando el juego se instala en terreno rival, el plan busca los sectores exteriores, bien para desarrollar acciones individuales o para la generación de superioridades numéricas y, desde allí, efectuar centros laterales al área adversaria que, hasta el momento, se han marchitado antes de florecer. La falta de contundencia en los duelos aéreos ofensivos y la escasa presencia de efectivos en el interior del área rival propician que esas balas laterales queden sin destino, justificando, en parte, la ausencia anotadora en acciones de ataque posicional en las tres jornadas disputadas.

No obstante, hay un latido que emociona, la activación tras pérdida, bien trabajada con disciplina y actitud. Allí, en esas recuperaciones en posiciones adelantadas, nacen las oportunidades más claras de gol, pero, el último paso, la estocada final, sigue sin llegar, aunque deja la sensación de que la gloria está cerca, pero aún esquiva.

En medio de las dudas colectivas, hay destellos que iluminan el juego del Lugo. La profundidad ofensiva de sus laterales es un arma recurrente, pues suelen incursionar desde pasillos interiores sorprendiendo con llegadas a zonas de finalización o atreviéndose con disparos a puerta desde fuera del área.

En el plano individual, brilla la figura de Lago Junior, cuya velocidad y descaro en los duelos individuales lo convierten en un puñal constante, aunque su ausencia en el próximo encuentro será un vacío difícil de llenar. Por su parte, el talento de Álex Carbonell emerge en la dirección del equipo, con una clarividencia que, pese a algún error determinante, lo convierte en la brújula imprescindible del equipo. Y, en el corazón del terreno de juego, Álex Balboa, despliega un recorrido incansable, desde la posición de medio centro se atreva a irrumpir en zonas de finalización con la valentía de quien no conoce límites. Fue él, precisamente, quien provocó la infracción que se transformó en el único gol del Lugo, hasta el momento, desde el punto de penalti.

Chispazos, momentos individuales que sostienen la esperanza y pinceladas de talento que, si logran entrelazarse, pueden dar forma al cuadro brillante que este Lugo pretende dibujar.

FASE DEFENSIVA

Margen de mejora en transiciones defensivas e interceptaciones

El posicionamiento avanzado, con bloque alto y una presión intensa, es una de las huellas más reconocibles del Lugo de Yago Iglesias. Es un sello de identidad que refuerza la valentía de un equipo que no espera, que busca asfixiar al rival desde el inicio. Y cuando el adversario apuesta por el juego combinativo, la presión se convierte en un arma letal como se vio en el estreno liguero ante el Real Madrid Castilla, donde el Lugo logró imponer su ley por momentos, provocando sucesivos errores de su rival en la fase de iniciación de su juego ofensivo.

Sin embargo, esa misma apuesta se resquebraja cuando el adversario opta por un fútbol directo, saltándose líneas y desarmando el plan inicial con balones largos. En este caso, la presión se diluye y el bloque alto se ve obligado a replegarse.

Muestran orden y contundencia en las acciones de estrategia defensiva, con margen de mejora en la toma de decisión relacionada con el seguimiento de marcajes. El primer tanto encajado en la jornada inaugural fue ejemplo de ello, un detalle que nos hace recordar que la intensidad no siempre es suficiente, pues en el fútbol un segundo de duda puede transformarse en herida,

El espíritu ofensivo del Lugo, reflejado en la profundidad de unos laterales que empujan al equipo hacia adelante con valentía, supone, en ocasiones, una osadía que abre heridas en su retaguardia, generando amplios espacios de juego a sus espaldas que los rivales aprovechan en rápidas transiciones. Además, cuando el repliegue no llega con la velocidad necesaria, la fragilidad se hace aún más evidente, dejando al equipo totalmente expuesto ante el adversario.

Pendiente de mejora, asimismo, en aspectos relacionados con la intensidad defensiva. La relajación en la realización de interceptaciones ante disparos rivales ha costado caro, como se pudo observar en el gol que selló la derrota en la jornada inaugural. También pesan las dificultades para responder, con la rapidez adecuada, ante delanteros que buscan el remate por anticipación y las vigilancias defensivas que, en ocasiones, no alcanzan a frenar las irrupciones de jugadores que se incorporan a zonas de finalización procedentes de posiciones atrasadas.

En definitiva, el Anxo Carro se prepara no solo para albergar un lleno, sino para latir con fuerza, vestido de ilusión y de nervios, porque llegan dos equipos con trayectorias distintas pero con el misma hambre de victoria. Para los locales, el duelo es una oportunidad de oro para ir saliendo de la sombra que proyecta la clasificación y comenzar a tejer un relato distinto, mientras que, para los visitantes, el encuentro supone el reto histórico de igualar las cuatro victorias consecutivas con las que se abrió la temporada del último ascenso de categoría, bajo la dirección técnica del inolvidable Cristóbal Parralo. Dos destinos cruzados y un mismo escenario en una tarde en la que junto al balón, rodarán emociones que prometen convertirse en bellos recuerdos y en la que el fútbol, una vez más, dejará de ser un juego para convertirse en un sueño, en una identidad y en un sentimiento.