Guadalajara, la continuidad como clave del excelente arranque inicial

Emilio Rosanes

OPA RACING

XOÁN CARLOS GIL

El conjunto alcarreño solo conoce victorias en sus desplazamientos lejos del Pedro Escartín

25 sep 2025 . Actualizado a las 17:20 h.

Tanto en el deporte, como en la vida, hay derrotas que rebosan más dignidad que cualquier victoria. Lo vivido hace apenas unos días en el Anxo Carro es una prueba muy clara de ello. Un Racing al que hicieron falta dos expulsiones, quedarse con nueve jugadores sobre el césped y hasta vulnerar cimientos reglamentarios básicos para forzar su caída. Y , aún así, incluso contra viento y marea, en el último aliento del encuentro estuvo a punto de rozar la gesta heroica de puntuar.

La injusticia se dibujó con trazos gruesos, con el flagrante error de dejar sin sanción, técnica y disciplinaria, al rival que , con un agarrón intencionado, impide la progresión en carrera de Jairo Noriega en la acción que supuso su segunda amonestación o el sinsentido de castigar con tarjeta amarilla un pisotón que, de ser fortuito no debería acarrear sanción disciplinaria alguna y de interpretarse como intencionado se correspondería con una conducta violenta merecedora de expulsión. En ningún caso, se justifica una amonestación para un jugador que, paradójicamente, instantes después, marcaría el tanto de la victoria lucense.

Pero ni siquiera todo eso ha logrado doblegar a la fragata verde. Porque de esta derrota, el Racing no sale hundido, sino fortalecido, al haber demostrado que la familia racinguista está dispuesta a entregar hasta el último suspiro, tanto en el terreno de juego como en la grada y que, ni en la mayor adversidad, se va a perder la cara más amable, la sonrisa y la nobleza que engrandece aún más el exigente esfuerzo.

Una derrota que nos permite sentir máximo orgullo de este equipo que, guiado por el ingeniero de ilusiones Pablo López, no solo compite, sino que transmite valores, dignidad y resistencia, con la convicción de que la fragata verde, aún herida, nunca va a dejar de navegar.

Y en la quinta etapa de este maravilloso viaje que juntos hemos emprendido, arriba a nuestra ciudad un Guadalajara que navega con viento de cola, impulsado por la misma inercia positiva que le llevó a conquistar el ascenso a la categoría tres jornadas antes de su finalización. Llega con la moral en alto, con nueve de los doce puntos disputados ya guardados en su cofre, habiendo sucumbido únicamente ante el líder indiscutible de la categoría, el Tenerife (0-2). En el resto de sus singladuras solo conoce la victoria, firme en su fortín doblegando a Unionistas (2-0) y letal en territorio ajeno venciendo a Celta Fortuna (0-1) y asaltando Ponferrada (1-3). Sus números hablan con claridad, seis goles a favor y apenas tres en contra, y suponen un balance que refleja solidez, confianza y ambición.

El sueño que hoy late en el corazón del conjunto alcarreño tiene nombre propio, Pere Martí, a quien tuvimos el privilegio de verle alzar el vuelo en Primera División vistiendo la camiseta del Villarreal de Benito Floro, como fiel escudero de Juan Román Riquelme en aquellos días en los que el fútbol del club castellonense respiraba magia.

Su última experiencia en el banquillo le llevó hasta tierras africanas, acompañando a Juan Carlos Garrido en la apasionante aventura al frente del USM Alger, donde nos demostró que la pasión por este maravilloso deporte no entiende de fronteras.

Y en su retorno a España, llega a Guadalajara para hacerse cargo del banquillo de una entidad que vagaba entre la cuarta y la quinta categoría de nuestro fútbol. En su primera temporada al mando, Martí obró el milagro, con un ascenso sellado tres jornadas antes de la conclusión del campeonato, como prueba de que el destino también se escribe con coraje y con trabajo silencioso.

Su llegada no solo devolvió al equipo a la categoría de bronce, sino que sembró algo mucho más grande: un proyecto sólido, tejido con profesionalidad, con amor por la tierra y con una comunión sincera entre jugadores, afición y ciudad. En este momento, con los pies firmes en el presente pero con la mirada encendida hacia el horizonte, el conjunto alcarreño se sabe preparado para lo imposible, ya que, cuando la pasión se convierte en bandera, los sueños dejan de ser sueños y empiezan a hacerse realidad.

LA PLANTILLA

La continuidad, clave del excelente arranque alcarreño

La entidad alcarreña ha decidido apostar por la continuidad de un sueño. No se trata solo de renovar contratos, sino de mantener viva la esencia de un grupo de jugadores que han llevado al club morado hasta Primera RFEF. Quince guerreros siguen defendiendo el escudo, mientras que siete nuevos nombres llegan para aportar talento, compromiso y esperanza.

En la portería, la confianza sigue teniendo el nombre de Amador Zarco. Junto a él aparece la figura de Dani Vicente, llegado desde Mérida, dispuesto a aportar competencia y seguridad bajo palos. La línea defensiva mantiene su columna vertebral. En el costado derecho, renuevan su compromiso con la entidad morada Miguel Ángel Cera y Dani Gallardo. En el centro de la zaga, la veteranía de Javier Ablanque y Jorge Casado seguirá marcando el camino, mientras que el ímpetu del sub-23 Víctor Rodríguez, procedente del Móstoles, simboliza la frescura de la nueva sangre. En el lateral izquierdo, a la solidez de Julio Martínez se añade el talento de Agus Moreno, llegado desde Antequera, para convertir el carril en un terreno de certezas.

En la zona de creación, late con fuerza y mantiene la brújula Raúl Tavares, con pasado racinguista, acompañado de Pablo Rojo, Toño Calvo, Manu Ramírez y Borja Díaz, a los que se une Samu Mayo, que llega desde el Pontevedra, para aportar visión y temple en la creación.

Por las bandas, Unax Álvarez y el polivalente Neskes seguirán aportando desequilibrio, a los que se suma Alberto Gil, procedente del Ourense CF y bien conocido por el técnico ferrolano, y Pablo Muñoz, que llega desde el Marbella.

En la delantera, repiten el cántabro Alejandro Cañizo, tras su brillante registro goleador de la pasada campaña, y David Amigo, a los que se suma la llegada de Salifo Caropitche, determinante en el arranque de temporada con tres goles en su mochila y una ambición desbordante. Llega cedido por el Tenerife, donde la presencia de Enric Gallego, Jesús de Miguel y Noel López pudieran entorpecer la evidente progresión del punta guineano, cuya incorporación al conjunto alcarreño no es una casualidad, sino fruto de la visión y de la brillante gestión llevada a cabo por su director deportivo, Néstor Susaeta.

Una plantilla que va más allá de un equipo, es una familia reconocible, fiel al escudo y a la afición y a la que, quizá, le falte un cuarto central para blindar aún más la retaguardia, pero en la que no falta hambre, ilusión, sentimiento de pertenencia y convicción para hacer del Guadalajara un club preparado para seguir escribiendo páginas inolvidables en su historia.

SISTEMA DE JUEGO

1-4-2-3-1 en fase ofensiva y 1-4-4-2 en fase defensiva

El técnico castellonense del conjunto alcarreño ha dibujado en estas primeras jornadas un plan de batalla claro, haciendo uso de un sistema de juego 1-4-2-3-1 en fase ofensiva que, en fase defensiva se transforma en 1-4-4-2. Una idea de juego que se ampara en la seguridad de Amador Zarco bajo palos, la alternancia de Miguel Ángel Cera y Dani Gallardo en el lateral derecho, la muralla central formada por el capitán y auténtico líder del equipo, Javier Ablanque escoltado por el veterano Jorge Casado y con el recorrido incansable de Julio Martínez en el costado izquierdo. En sala de máquinas, el timón lo lleva Raúl Tavares, acompañado del empuje de Pablo Rojo o el desparpajo de Samu Mayo, cuya brillante actuación la última jornada en Ponferrada, con gol incluido, parece otorgarle cierta ventaja en la lucha por la titularidad. En bandas, Alberto Gil se ha adueñado del carril derecho, mientras que en la izquierda la alternancia de Neskes, Pablo Muñoz y Unax Álvarez ofrece variantes y frescura, disputándose las dos plazas restantes el talento de Borja Díaz, el trabajo encomiable de Alejandro Cañizo y la voracidad de Salifo Capirotche, este último en excelente momento de juego al marcar tres goles en las dos últimas jornadas.

El último encuentro dejó una sombra de preocupación, con la temprana retirada del terreno de juego de Jorge Casado, aquejado de molestias físicas. Su posible ausencia podría abrir la puerta de la titularidad a su sustituto natural, Víctor Rodríguez, o bien, como ocurrió en Ponferrada, la reconversión del lateral Dani Gallardo como central.

A la espera, con hambre y ambición, aguardan su momento Dani Vicente, Agus Moreno, Toño Calvo, Manu Ramírez y David Amigo, todos ellos dispuestos a irrumpir en cualquier instante y modificar el destino de un partido.

FASE OFENSIVA

Las transiciones ofensivas, su punto fuerte

El conjunto dirigido por Pere Martí ha hecho del balón una declaración de intenciones. Su apuesta inicial pasa por un estilo de juego combinativo, incrustándose Raúl Tavares entre los centrales para asegurar superioridad numérica y aportarle al equipo la calma necesaria en la salida de balón. Pero este Guadalajara no es un conjunto rígido, sabe leer los momentos del encuentro y entiende cuándo debe renunciar a la posesión para lanzarse al vértigo del fútbol directo. Cuando la presión adversaria aprieta, aparece el desplazamiento en largo, un recurso que se convierte en arma gracias a la potencia y precisión de golpeo de su guardameta, Amador Zarco, y al excelente juego aéreo mostrado por sus referencias ofensivas, Alejandro Cañizo y Salifo Caropitche, brillantes en los duelos individuales mantenidos a este nivel.

No obstante, la verdadera esencia morada emerge cuando deciden ceder la iniciativa de juego a su rival, donde se sienten cómodos para, una vez recuperado el balón, desangrar al adversario con transiciones directas, rápidas y verticales. La estadística lo confirma con el demoledor dato de que cuatro de los seis tantos obtenidos por el conjunto morado nacen de acciones de contraataque, una faceta que se ha convertido en seña de identidad y en la pesadilla de quienes osan mirarlos de frente.

En acciones de ataque posicional, el Guadalajara convierte cada movimiento en una trampa bien trabajada, buscando la espalda de los centrales rivales para liberar a un torbellino llamado Salifo Caropitche, capaz de desbordar defensas con la simple brutalidad de su velocidad y su instinto depredador en los duelos individuales.

A su lado emerge la figura incansable de Alejandro Cañizo, ejemplo de trabajo constante y capacidad de sacrificio, un delantero que no solo vive del gol, sino que multiplica el esfuerzo colectivo. Como ancla y estandarte, el capitán, Javier Ablanque, impone su ley en las dos áreas, gigante en el aire y determinante con su testarazo en la victoria a domicilio ante el Celta Fortuna, un grito de jerarquía que aún resuena.

Los laterales, con su vocación ofensiva, estiran el campo y confieren al juego morado un brillo profundo y expansivo, llevando al rival al límite con sucesivas superioridades numéricas en banda y dotando al equipo de una amplitud que convierte cada ataque en amenaza real.

Nada es fruto de la casualidad. Se perciben los automatismos heredados de la temporada pasada y la memoria táctica de un grupo que sabe a lo que juega. Su capacidad de activación tras pérdida es demoledora para robar el balón, volver a morder en terreno rival, asfixiar al oponente y golpear con precisión. Así nació, precisamente, el primer tanto en Ponferrada, un gol que representa el símbolo de un equipo que se niega a esperar y que prefiere imponer su ley desde la presión, desde el coraje y desde la fe en su estilo.

FASE DEFENSIVA

Falta de contundencia en las estrategias defensivas

En fase defensiva, el conjunto dirigido por Pere Martí se convierte en un bloque de contrastes. Por momentos, se lanzan con valentía a un posicionamiento avanzado, presionando con firmeza la salida de balón rival, mordiendo a los centrales y obligándoles a adoptar decisiones precipitadas. Pero, cuando la ocasión lo requiere, optan por un repliegue muy ordenado, manteniendo una correcta distancia entre líneas, logrando tejer una red sólida que hace del rigor su bandera. Sin embargo, en esa transición, entre la zaga y la medular se abren pequeños resquicios , grietas en forma de espacios de juego que el adversario aprovecha para filtrar su juego.

Frente a ataques posicionales de sus rivales se muestran firmes y contundentes, destacando la jerarquía que imponen los centrales en su propio área ante centros laterales. Una jerarquía que no tiene su continuidad en las acciones de estrategia defensiva, en las que queda diluido el brillante juego aéreo que manifiestan ante centros laterales.

El Guadalajara presentan amplio margen de mejora en las vigilancias defensivas, especialmente en el seguimiento de jugadores que se incorporan a zonas de finalización desde posiciones más atrasada, y en la precipitación en el momento de priorizar la entrada sobre la temporización, lo que conduce a un número elevado de infracciones, pequeños lastres que el equipo deberá transformar en madurez.

Asimismo, se observa una actitud brillante en la realización de interceptaciones, con jugadores valientes que leen el disparo antes de que ocurra, anticipándose y cortando el peligro con decisión. Pero el brillo se empaña con unas irregulares basculaciones defensivas, demasiado pronunciadas y con tendencia a dejar zonas frágiles con jugadores libres de marca en la zona más alejada del balón, lo que les convierte en vulnerables ante cambios de orientación del juego adversario como se pudo apreciar en la jugada del primer tanto conseguido por el Tenerife en la primera jornada.

En definitiva, se avecina un choque de altura, un duelo entre dos equipos instalados en la nobleza de la tabla clasificatoria al que llegan con dinámicas gemelas, uno imbatible en su fortín y el otro intratable fuera de casa. Dos caminos que han contado por victorias cada paso y que, inevitablemente, verán romperse una de esas rachas en este encuentro que promete emoción pura.

Es el instante perfecto para recordar que todo en la vida requiere su tiempo: la flor necesita su riego, la luna sus fases, el vino su madera, la herida su cura…. y los sueños, siempre, un motivo. Y este duelo es más que un partido, es un buen motivo para empaparnos de la ilusión que describe Álvaro Peña, una prueba para medir la fe en un escenario en el que la pasión siempre se ha convertido en verdad.