Interrogantes oportunos

OPINIÓN

02 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

¿ES CIERTO que ahora pagamos menos impuestos? ¿Son las rebajas fiscales condición necesaria para estimular el crecimiento económico y el empleo? ¿Se pueden ganar hoy unas elecciones sin prometer reducciones tributarias? He aquí tres interrogantes oportunos, de rabiosa actualidad, que deberían provocar respuestas fundadas. Las reformas fiscales practicadas se concretaron, básicamente, en simplificar el IRPF mediante cambios en las deducciones y en la tarifa, así como en reducir de modo desigual los tipos efectivos que gravan las rentas del trabajo y del capital. Sin embargo, estas minoraciones fiscales no afectaron a la recaudación agregada. En 1995 la presión fiscal española era el 32,8% del PIB. En el 2000 esa cifra era el 35,3%. Esto se debe a dos causas principales: aumento de los impuestos indirectos, tasas y precios, y mayor crecimiento económico en los últimos años noventa. Ambos factores explican por qué pagamos ahora más impuestos que antes (en términos absolutos y relativos) y por qué su distribución es más regresiva. La respuesta al segundo interrogante exigiría la definición previa de un nivel óptimo de imposición que maximizara el crecimiento. De no ser así y mantener siempre que a menor fiscalidad más crecimiento, ese óptimo sería la imposición cero. Pero de esto no se habla. Además, la realidad lo desmiente. En el período 1994-2000, el crecimiento medio anual del PIB fue en Luxemburgo (5,6), Finlandia (4,8) y Holanda (3,5), superior al registrado en España (3,4), resultando éste similar al de Suecia (3,2), Dinamarca (3,1) y Gran Bretaña (3,0). Pues bien, en estos países la presión fiscal supera (entre seis y diez puntos del PIB) con mucho a la española. No es extraño, pues, que la literatura económica ofrezca argumentos teóricos solventes cuestionando esa relación. Finalmente, deberíamos saber por qué los políticos se avergüenzan de los impuestos. Una razón parece clara: si prometen menos imposición (aunque no sea verdad) y afirman que ello equivale a más crecimiento (cuando la relación es cuestionable), no debería extrañar que una parte de la población odie el impuesto y vote al partido que oferte mayores ventajas fiscales. Además, la complejidad y extensión de un Estado de Bienestar descentralizado, dificulta la percepción correcta de las cosas. Pero esto genera contradicciones evidentes. Porque los ciudadanos siguen exigiendo mayor seguridad ciudadana, más y mejores infraestructuras, atención creciente a los ancianos, no reducción de las becas, eliminación de las listas de espera, servicios modernos de recogida de basuras. Y así casi hasta el infinito. ¿Cuando nos haremos mayores?