Digestión pesada

| ERNESTO S. POMBO |

OPINIÓN

23 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

LOS EXCESOS gastronómicos acaban siempre por pasar factura. Hay que tenerlo presente y estar alerta, de forma especial estos días que celebramos el Antroido. Copiosas comidas, exceso en la bebida y unas copas de más terminan por destrozarnos el estómago. Y lo que es peor. Pueden acabar por originar un incidente innecesario y tosco. Ana Palacio se ha pasado el fin de semana colgada del teléfono. Pidiendo disculpas a las autoridades marroquíes por los excesos verbales del ministro Federico. Tratando de salvar las siempre complejas y delicadas relaciones hispano-marroquíes que, una vez más, sin necesidad, se han visto enturbiadas por una cena mal digerida. El ministro Federico es campechano, simpático y locuaz. Pero sin sentido de la moderación. Lo cual resulta de una gravedad extrema en una persona que tiene responsabilidades de gobierno. El ministro Federico es un imprudente. Y además hace mal las digestiones. Por eso cuando llega la madrugada, y tras una abundante festín, saca a relucir su lado más inoportuno. Resucitando el obsceno episodio de Perejil. Ni el escenario ni el tono distendido de su intervención justifican las palabras del ministro. Más bien al contrario. Ponen de manifiesto la idea que el miembro del Gobierno tiene de Marruecos y del papel que el país alauí debe jugar en nuestra política exterior. Los vecinos sureños están para ser objeto de las carnavaladas y cuchufletas. Para divertir al auditorio. Y los españoles, condenados a vivir incidente tras incidente con un país al que la historia, y el sentido común, nos demuestran que no podemos dar la espalda. El Gobierno español nunca ha mirado con realismo al Sur. Parece como si quisiera perderlo. El problema es que ahora el ministro Federico nos demuestra que no sólo se ha perdido el Sur. Él, al menos, también perdió el Norte.