El segundo error de la nueva política exterior

| CARLOS RUIZ MIGUEL |

OPINIÓN

19 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EL NUEVO presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez, presume de hacer honor a la palabra dada a su electorado, pero no ha tardado ni 24 horas en faltar a la palabra dada a su propio electorado y al Parlamento de la Nación. El nuevo presidente prometió al electorado que si «antes del 30 de junio» no se dictaba una resolución de la ONU (o de otro organismo internacional, dijo en el debate de investidura) para que la ONU asumiera el «control del territorio». El nuevo presidente prometió al Congreso que en materia de política exterior «es hora de recuperar un consenso que nunca debió romperse». Dejemos de lado lo que entendía el nuevo presidente por «control» del territorio. La ONU a través de sus resoluciones 1483 y 1511, del Consejo de Seguridad, tiene el control último del territorio. Pero quizá se refería al control «militar». En este caso habría que preguntarle en qué ocasión anterior la ONU tuvo un control «militar» en una misión de este tipo. Pero quizá sería mucho preguntar. Porque aunque sea difícil entender qué es «control» no parece haber muchas dudas para entender qué significa «30 de junio». El hecho es que España abandona Irak y lo hace en unas circunstancias que no sólo son vergonzantes, sino demasiado engañosas. Si el nuevo presidente dijo que no se abandonaría Irak si «antes del 30 de junio» no había una resolución de la ONU o de otra organización internacional asumiendo el control (tal y como el presidente entienda esto, que nadie lo sabe), ¿por qué ha incumplido su promesa de esperar a esa fecha? A la luz de las nuevas circunstancias también nos tendremos que preguntar qué significa «consenso» en el diccionario del nuevo presidente. Porque está claro que esta medida se adopta sin el acuerdo del principal partido de la oposición. La retirada de las tropas de Irak decidida unilateralmente por el Gobierno sin la aceptación del principal partido de la oposición ¿es consenso? La respuesta es importante, porque si resultara afirmativa podríamos concluir que el «autoritario» presidente Aznar en realidad era un presidente amante del «consenso» y no nos lo habían dicho. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Pues que si los demás países de la coalición se retiran Irak se convertirá en un caos. ¿No lo es ahora? Esperen a ver qué ocurre sin las tropas de la coalición y verán lo que de verdad es un caos. Y en tal caos, que nadie mienta, seguirá habiendo atentados, pero en lugar de contra las tropas de la coalición, contra la policía del gobierno provisional y contra la población civil. Seguirán muriendo niños, pero las fotos de los cuerpos destrozados de los niños ya no se exhibirán en las oficinas donde trabajen los progres de salón. Y es que, claro, no da igual que el niño quede destrozado para echar a los norteamericanos o quede destrozado para implantar un régimen islámico. He dicho que éste es el segundo error (y la segunda mentira) de nuestra política exterior. ¿Cuál fue el primero? Desmontar (sin ningún consenso, como prometió) nuestra política exterior hacia Argelia que es (y no Marruecos) el país más importante (política y económicamente) del Magreb. Uno de los grandes méritos de la política exterior del presidente Aznar fue tejer una alianza estratégica con Argelia que dio muchos frutos políticos y económicos. En Argelia, ha sido reelegido presidente Abdelaziz Buteflika como presidente, en unas elecciones consideradas como homologables con las de un país europeo por los observadores internacionales. A día de hoy el nuevo presidente español y su nuevo ministro de Asuntos Exteriores (sus amigos parece que le llaman «Curro») no es que hayan mencionado siquiera la posibilidad de viajar a Argelia (por ejemplo, al mismo tiempo que se realice el anunciado viaje a Marruecos, como hizo Colin Powell), es que ni le han felicitado públicamente. España ha regalado a cambio de nada su gran baza en la política magrebí, una valiosísima relación estratégica con Argelia. Eso sí, Chirac no ha tardado ni una semana en viajar a Argelia para hablar con Buteflika e intentar ocupar el vacío que deja España. Mal empezamos, ¿o es que era esto lo que se le encomendó al nuevo Gobierno?