Los déficits de la sanidad pública

| XAQUÍN ÁLVAREZ CORBACHO |

OPINIÓN

02 ago 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

EN LOS últimos años la sanidad pública gallega presentó déficits crónicos de dimensión creciente. Sin embargo, estos déficits no aparecen en la liquidación presupuestaria, ya que parte del gasto realizado no se contabiliza en el ejercicio, circunstancia que tiende a generar complacencia política, ilusiones financieras y aparente déficit cero. Pero la realidad es distinta y no se debería falsear. Porque al comparar el gasto real de cada ejercicio con los ingresos obtenidos en los mismos, los saldos registrados son los siguientes (en millones de pesetas): en 1996 el déficit era 2.530, en 1998 sumaba 10.591, en 2000 fue 20.631 y en 2002 alcanzaba ya 36.186. O dicho en otros términos, si en 1996 el déficit del Sergas suponía el 0,9% de sus ingresos, ese porcentaje equivalía en 2002 casi el 10% de los mismos. Esta es una parte sustantiva de la realidad que subyace al discurso triunfalista del equilibrio presupuestario. Se oculta o disfraza el déficit a corto plazo, pero al final las cosas acaban conociéndose. Vean si no cómo se fragmenta el déficit en el 2002, primer año de aplicación del modelo reformado de la financiación autonómica. El presupuesto del Sergas se liquida con saldo negativo de 58,7millones de euros, el gasto no contabilizado fue 93,8 millones y además se realiza un endeudamiento urgente, por 65 millones, que se contabiliza fuera del presupuesto sanitario. En total, 217,5 millones de euros. ¿Qué factores explican estas insuficiencias financieras en la Sanidad pública? ¿Operan éstos por el lado de la oferta o de la demanda? La literatura económica convencional pone el énfasis en los factores de demanda: envejecimiento de la población, inmigración creciente, aparición de enfermedades crónicas, fuerte innovación tecnológica, nuevas expectativas sobre la salud a medida que aumenta la renta de la población, etcétera. Pero poco o nada se habla de los factores relevantes que operan por el lado de la oferta: regulación, gestión, control interno y gasto farmacéutico explosivo. Sin minusvalorar las consecuencias de los primeros, se oculta o se ignora interesadamente la importancia de los segundos, que son hoy, a nuestro juicio, elementos claves para el saneamiento presupuestario. Por eso decimos que sin taponar primero la hemorragia del gasto farmacéutico no hay solución posible. Y conviene recordar también cómo las rebajas impositivas de los últimos años no sólo desplazaron hacia el salario el peso de la carga fiscal (la comunidad gallega obtuvo por IRPF 52.004 millones de pesetas en 1999, 49.452 millones en 2000 y 47.698 millones en 2001), sino que ante la merma de recursos públicos se quiere ahora que paguen más los ancianos y los enfermos crónicos.