Alianza contra los pirómanos

| MARÍA ANTONIA IGLESIAS |

OPINIÓN

23 sep 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

ME GUSTÓ la música, y la letra, del discurso de Zapatero. Me gustó, también, que la apuesta del presidente del Gobierno le gustara a Kofi Annan y a la mayoría de quienes tuvieron la oportunidad de escuchar una afirmación, dramáticamente inusual, en los tiempos que corren: «La paz es la tarea». Me gustó que entre el maramos del cinismo y la conveniencia se levante una voz para afirmar que, todavía, otra política internacional es posible... Pero tengo que reconocer que lo que más me ha gustado de la intervención de Zapatero en Naciones Unidas es que nos haya proporcionado la oportunidad de valorar, pese a los preocupantes errores de la gestión socialista en su primera andadura, lo que hemos ganado con la derrota de Aznar el 14-M. O dicho de otra manera, de la que nos hemos librado. Porque ¿se imaginan ustedes cuál sería la posición, y la situación, de nuestro país si hubiera sido Aznar quien hubiera hablado hace unos días en Naciones Unidas? ¿Se imaginan qué horizonte tendría nuestra política exterior, nuestra posición en el mundo civilizado, si la grotesca argumentación sobre el origen del terrorismo y la estrategia para combatirlo que predicó el «profesor» Aznar en la Universidad de Georgetown fuera, todavía, la posición del Gobierno de España? Mejor ni pensarlo... Propone Rodríguez Zapatero ante Naciones Unidas una alianza entre las culturas occidentales e islámicas como opción civilizada y posible, contra el terror. Y la derecha de este país, encabezada por sus palmeros mediáticos, que todavía no han digerido el «sapo» de la derrota electoral, es que se parte de risa, es que se tienen que sujetar la barriga para que las carcajadas no les provoquen un espasmo. Igualito que hicieron cuando se les preguntaba, con incómoda insistencia, antes de las elecciones, por las armas de destrucción masiva. Y no es la mía una afirmación retórica. Yo fui testigo, atónito, de la reacción de despectiva hilaridad que aquella pregunta provocó en un selecto auditorio del PP, presidido por la entonces ministra de Exteriores Ana Palacio, y en el que compartían carcajada solidaria y soez pretendidos diplomáticos y embajadores de aristocrática alcurnia. Luego pasó lo que pasó. Y la verdad es que todavía disfruto imaginando la cara de paisaje que se les quedaría a toda aquella pléyade de demócratas... Claro que la actitud chulesca y zafia de aquella derecha que se había vuelto a repartir las prebendas del poder, considerando que las elecciones iban a ser un paseo militar, tenían un líder «moral» además del de andar por casa, que no era otro sino Bush. Días antes, el presidente norteamericano dejó estupefactos a los periodistas, inclinándose para buscar debajo de la mesa las armas de destrucción masiva, afirmando, también entre carcajadas, que no las encontraba por ninguna parte... Es que a la derecha cuando se pone zafia y no tiene salida le da la risa. Por eso el peligro es mayor; porque actúan como los niños cuando se les regaña por alguna fechoría, que se ríen de sus propias «hazañas». Lo dramático es que demasiados políticos que dirigen los destinos de nuestro atormentado mundo andan todo el día jugando con cerillas, propagando incendios que devastan cualquier posibilidad de paz para luego exigir además, la solidaridad internacional que apague el fuego que ellos mismos han provocado. Por eso pienso que es urgente, además de una alianza de civilizaciones, una alianza firme contra los pirómanos que están asolando la tierra.