Con humildad y sin rencor

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

14 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

DESPUÉS de la intervención de Aznar en la comisión de investigación del 11-M, el actual presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, había anunciado que él iba a comparecer «con humildad y sin rencor». Una afirmación impactante. Es una frase completa, acogedora, que despierta simpatías. «Con humildad» es una afirmación que mueve los instintos maternales de protección hacia los hijos más débiles. Quien anuncia que va a actuar humildemente quiere eliminar todo asomo de soberbia, de prepotencia, de dogmatismos; renuncia de entrada a recrearse en su faena, a tratar de humillar al contrario. En otros ámbitos más profundos se entiende que la humildad es la verdad. Es una verdad nítida, en su estado puro, sin retorcimiento, basado en el conocimiento de las propias debilidades y en la imposibilidad de conocer toda la verdad. Este tipo de humildad relacionado con la verdad, no se cierra a ninguna posibilidad, no da nada por zanjado definitivamente, sabe que todo es posible en la conducta humana. Es una verdad que reconoce sus propios errores, sus maniobras, las ambiciones de poder propias y sabe excusarlas en los demás. «Sin rencor» es otro buen titular, un buen lema, un buen anuncio. Su afirmación predispone a un buen diálogo. Da la impresión de que algo acometido sin rencor elimina de entrada toda lista de agravios, toda acusación fundada e infundada. Anuncia que va a ser una sesión en la que se olvida la enemistad, la adversidad del interlocutor. «Sin rencor» anuncia buena cara, acogimiento amable del antagonista, poner por delante el ambiente propicio para un buen entendimiento. Supone ir con la verdad por delante, pero quitándole todo atisbo de agresividad; una verdad que, aunque sea dura, no arremete e incluso puede propiciar el agradecimiento del interlocutor. Queda claro ya que Rodríguez Zapatero no cumplió su anunciada actitud. José Luis Rodríguez Zapatero no fue humilde y actuó con rencor, como no podía ser de otra forma. No fueron humildes y actuaron con rencor los grupos políticos que apoyan al Gobierno. Es más, da la impresión de que hicieron ostentación de una prepotencia y de un rencor que sobrecoge, que eriza la piel. En la comisión de investigación del 11-M se ha visto la división política de un país en dos frentes; pero uno de ellos, especialmente el que alberga a nacionalistas vascos y radicales catalanes, aparecía lleno de rencor, tratando de eliminar a otro grupo que ostenta la representación de media España. Hemos perdido la oportunidad de ver al líder del socialismo español actuando en el Parlamento con humildad y sin rencor. Yo, confieso, tenía verdadero interés por experimentar esa nueva sensación.