Catástrofes de buenos y malos

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

19 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

EXISTEN catástrofes que suceden con Gobiernos buenos, de la denominada izquierda, y catástrofes que se producen con Gobierno malos, de la denominada derecha. Es una quiebra social que refleja exactamente la división provocada en la sociedad española del momento. Es casi una característica propia y específica de la era Zapatero. Por eso, cuando la catástrofe sucede con el segundo tipo de Gobiernos, las acusaciones son despiadadas, la petición de responsabilidades es permanente, la exigencia de dimisiones es primordial, la movilización de los sectores más sensibilizados es continua, los movimientos de solidaridad son más ostensibles y emotivos, los artistas de cada modalidad se ponen la camiseta, lloran, escenifican, organizan conciertos de denuncia o de solidaridad. Se produce una marea humana, una avalancha social, un río de ayuda y un torrente de solidaridad. Se es implacable con la petición de justicia. Los fallos de los responsables de cada servicio son imperdonables. Todas las reacciones descritas aquí, en sí mismas, son buenas, porque tratan de solidarizarse y de luchar contra la injusticia o la incapacidad. Lo malo es que no se producen cuando las catástrofes ocurren con los denominados Gobiernos buenos, por muy trágicas que sean. Los mismos sectores no guardan coherencia en sus manifestaciones, denuncias o protestas. Para ellos, es el momento de apelar al sentido común, de no aprovecharse de las desgracias ajenas, de dejar trabajar serenamente a los responsables, de no movilizar a la sociedad para no dividir. Es el momento de poner cara de situación trascendente, de hacer declaraciones grandilocuentes y de acusar a los demás de lo que ellos mismos han hecho siempre. Todo esto lo hemos visto cuando comparamos las reacciones por el hundimiento del Prestige y las que se han producido con el hundimiento del barrio del Carmelo en Barcelona, que dejó sin vivienda a cientos de vecinos, o la tragedia que vivimos estos días en los montes de Guadalajara, con la desgraciada muerte de once jóvenes abrasados por las llamas, o los miles de incendios forestales que queman media España. En ninguno de los casos registrados en territorio de Gobiernos buenos se han producido esos movimientos de solidaridad, de crítica social generalizada por la actuación gubernamental. En ninguno de esos casos, los vecinos se han visto arropados por los grandes movimientos de la izquierda, por los artistas, por sus camisetas, por sus conciertos. Las informaciones son abrumadoras con datos, con justificaciones, con declaraciones oficiales, pero no con valoraciones negativas o llamadas a la movilización. Por eso, mucha gente en España está descubriendo que hay catástrofes de buenos y de malos. Unos tienen todo el apoyo y otras todo el rechazo. No importa que haya gente que sufre o que se quede en la calle, lo importante es si son de los buenos o de los malos.