Izquierda y religión

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

23 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

LOS BARÓMETROS del CIS de los últimos meses (mayo, junio y julio), confirman que casi el 80 por ciento de los españoles se definen, en materia religiosa, como católicos. Indica igualmente que tan sólo un 2 por ciento son creyentes de otras religiones. Luego hay un respetable grupo de entre el 17 y 18 por ciento que se declaran no creyentes o ateos. Estos barómetros indican que una mayoría aplastante de los españoles se declaran a sí mismos católicos. Y muestran que está justificadísimo el tratamiento que se le reconoce a la religión católica en la Constitución. No es que todos los que se declaran católicos sean practicantes, más bien quieren decir que son de una cultura católica, que se identifican con el catolicismo. Es muy posible también que muchos no sepan muy claramente lo que esto significa, o que no conozcan de dónde procede esa identificación, muchos más no tendrán una mínima base de conocimientos de la historia, de los documentos, los escritos, o la inmensa bibliografía que fundamenta la cultura católica. Y es justamente todo esto lo que debe aportar la enseñanza de la religión. Una enseñanza de calidad, impartida por profesores con capacitación docente y competencia profesional. Para ese casi 80 por ciento de los españoles y para sus hijos, el conocimiento de los fundamentos de la religión católica es como el conocimiento de la historia de España para fundamentar nuestra condición de españoles. Por eso, también es muy importante que existan unos planes de estudio de religión muy definidos. No puede convertirse esta materia en divagaciones o manifestaciones del estado de ánimo del profesor. Mucho más grave sería convertir esta materia en desahogo de las dudas, de las frustraciones vitales o de la ignorancia de los docentes. Por eso, después de todo lo dicho, no acabo de entender la manía de la denominada izquierda española de suprimir todo tipo de conocimiento de la religión católica. Como mucho admiten, soportan, o no se atreven a impedir, que los niños tengan la posibilidad de asistir a clases de religión. Pero nada más. Si pudieran, lo que les pide el cuerpo es prohibirla. Es una parcela de la vida en la que no admiten la libertad. Cuando la mayoría de la población española es católica, una minoría quiere impedir que exista una enseñanza de los fundamentos. Esa minoría, si pudiera, también impediría la existencia de centros docentes de inspiración católica. Por eso tratan de introducir trabas legales para que puedan crearse; buscan impedimentos administrativos para que puedan organizarse como consideren oportuno; crean dificultades económicas para que no puedan desarrollarse, aunque está claro que estos centros son entidades sin afán de lucro. A ese tipo de izquierda totalitaria le vendría muy bien repasar los sondeos del CIS para respetar las creencias de la gran mayoría de ciudadanos que se consideran católicos.