NO CABE duda de que la peculiar composición del Gobierno autonómico gallego hace mucho más necesaria la honradez política por parte de cada uno de los socios. Ninguno de ellos ha ganado las elecciones y sólo la unión de sus parlamentarios consigue la mayoría suficiente. Por eso ninguno por separado tiene legitimidad para imponer sus políticas a los gallegos. Ninguno por separado debe imponer sus criterios al otro socio. Es cierto que cuando los minoritarios son imprescindibles pueden caer en la tentación de chantajear al mayor, pero eso ya no sería ejercer la honradez política. Para que puedan ser verdaderamente honrados es necesario que no olviden en ningún momento que cada uno de ellos por separado tiene muy poco respaldo social. Por eso, la honradez política pide que todas las acciones de gobierno en Galicia sean consensuadas, pero sin chantajes. Se pide que las acciones se lleven a cabo por el bien común de Galicia, que se sumen esfuerzos para mejorar la gestión y el bienestar social. Se espera que la coalición de gobierno en la Xunta no caiga en esa dinámica del enfrentamiento social a que nos tiene acostumbrados el Gobierno central. En todo caso, el PSOE nacional ha ganado las elecciones y tiene una clara legitimidad para tratar de imponer sus políticas, aunque sean equivocadas y provoquen enfrentamiento social. Pero si los políticos de la nueva Xunta quieren ser honrados, no deben tratar de llevar a cabo políticas que dividan a la sociedad sino acciones de gobierno que ilusionen al conjunto de los gallegos en objetivos comunes. Por ejemplo: conseguir que la eficacia de la extinción de incendios sea por lo menos igual a la de los anteriores equipos y especialmente al primero de 1990. No podemos volver a la mentalidad anterior a esa fecha en la que los gobernantes gallegos echaban la culpa a los ciudadanos. Ni puede decir la Xunta ahora que van a perseguir a los incendiarios como si antes no se hiciese, además de que es la Guardia Civil la que investiga estos delitos. No se puede engañar a la gente con estas afirmaciones. Los políticos saben que un incendiario se puede pasar unos meses en la cárcel, pero sale libre al verano siguiente para iniciar de nuevo sus fuegos. Es necesario hacer más y declarar menos en esta materia. Por ejemplo: conseguir acelerar las obras de infraestructuras de comunicación en lugar de frenarlas o eliminarlas con el pretexto de mejorar y cambiar de objetivos. Por ejemplo: mejorar al máximo la enseñanza pública en Galicia, sin tratar de eliminar la privada. Al contrario, la privada debería ser una especie de modelo para la pública. Los nuevos inquilinos de la Xunta deberían saber que es más barata y más eficaz la enseñanza en centros privados que en los públicos. Deberían saber que no se trata de eliminar las ayudas a los privados sino de hacer más eficaces a los centros públicos, que cuestan el doble y, por lo tanto, no debe ser sólo una cuestión de presupuestos sino de política y principios generales. No se trata de hacer nuevas leyes o normas educativas que desorienten a los docentes sino de cambiar la mentalidad.