EL PARTIDO Popular de Galicia vive un momento de gran trascendencia. No está en la Xunta, y eso le da una perspectiva distinta de su propio papel en la sociedad gallega. Las elecciones autonómicas que ha ganado significan que una gran parte de Galicia es socialmente de centro y de derecha. La responsabilidad del PP no se agota, por tanto, con lo que decidan sus dirigentes, debe responder sobre todo a las expectativas de esa gran parte social de Galicia. Por eso, de las decisiones que tome a partir del 2006, en el Congreso regional, van a depender su éxito o su fracaso social. De ahí que tengan razón los que defienden en el PP la necesidad de unidad del partido en torno a las directivas provinciales, sin injerencias extrañas de dirigentes de otras provincias. Algunos piensan que manteniendo este criterio, A Coruña, Santiago y Ferrol serían como una apisonadora electoral. Lógicamente no ayudan a esta cohesión actitudes como las de Corcova en A Coruña, o los constantes vaivenes de Santiago, sin aprovechar las grandes potencialidades como García Borregón en Santiago y otros nombres que pueden dar un marchamo moderno al partido. Tienen razón los que defienden también que es hora de un cambio de etapa, de dar paso a gente nueva en Ourense y en Lugo. En esta última provincia parece que ya están puestos los fundamentos para que José Manuel Barreiro sea su cabeza visible, y realmente aporta modernidad a una provincia que realmente lo necesita. Tienen razón los que esperan que en Ourense se produzca un cambio definitivo e integrador en el PP. En Pontevedra se apunta a esa modernización definitiva si se sabe aprovechar el gran activo político que supone Alberto Núñez Feijoo. El eje Vigo-Pontevedra necesita un nuevo estilo de hacer las cosas del PP, no porque se esté haciendo mal ahora, sino porque tiene un gran peso social y electoral que debe ser reforzado. Todo esto se puede lograr a partir del Congreso regional, en el que Fraga dejará el testigo en manos de su sucesor. A partir de ahí las cosas tienen que ser distintas y se impondrá un cambio de estilo. Por eso también tienen razón los que dicen que el PP de Galicia no debería tomar ahora ninguna decisión que pudiese hipotecar a la nueva ejecutiva post-Fraga. Tiene razón los que dicen que organismos como el Consejo de Administración de CRTVG no se deben constituir hasta que se celebre el congreso. Tienen razón los que se muestran muy contrarios a que este tipo de órganos sirvan para dar cobijo a ex conselleiros. Consideran que sería poco ético, poco moral y poco presentable políticamente. Lo mismo podría decirse de la designación de senadores por la Comunidad de Galicia, o de cualquiera otra entidad en la que deba estar representado el Partido Popular como tal. Los nuevos tiempos lo piden así Toda esa mayoría social de Galicia que ha votado al PP en las elecciones es una parte muy importante de la población de Galicia que no debe quedar defraudada. Por eso, tienen razón los que afirman que sólo cabe una respuesta de servicio al interés general, y eso exige formar un PP de Galicia fuerte, capaz, cohesionado, activo.