24 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

AÍDA es el nombre de una serie de televisión, una comedia que se emite los domingos en horario de máxima audiencia, como sabrán perfectamente muchos lectores. Una comedia graciosa, un entretenimiento televisivo como otras muchas series o comedias de televisión. Una gracia que casi siempre está basada en la desgracia ajena. Pero nos reímos, sin entrar en más consideraciones. Es graciosa la protagonista, una madre de familia abandonada por su marido, histérica, sin estudios y ex-alcohólica con arrebatos de carácter, deseosa de tener un hombre, casi obsesa, en una permanente frustración emocional y sexual, con unos hijos que no la respetan ni le hacen caso. Mal tipo, mal vestida. No es la mejor imagen de la mujer, pero nos reímos. Es graciosa la madre de Aída, dueña del piso donde viven. Rencorosa y amargada. Cínica e hiriente. Un mal bicho. Culpa de todas las desgracias de la familia a su hija, pero en especial la acusa de cortarle sus aspiraciones artísticas. Pero nos reímos. El hermano de Aída es un buscavidas descerebrado. Es un crápula, un vividor que se dedica a sobrevivir con pequeñas estafas y chanchullos. Pero nos reímos. Aída tiene una amiga en el rellano de la escalera, es soñadora y ambiciosa. Contradictoria y ciclotímica. Generosa. Es simpática y puta y no duda en ayudar a sus amigos si está en su mano. Es una persona frágil e insegura, pero con una visión optimista y positiva de la vida aunque, de vez en cuando, su mundo se desmorona y choca con la cruda realidad. Pero nos reímos. El hijo de Aída es rebelde y gamberro. De inteligencia maquiavélica. De fondo honesto y noble como su madre. Un chaval de 13 años, con pinta de angelito pero con actitud de delincuente juvenil. Pero nos reímos. Su hija es frívola, egoísta, irresponsable y mentirosa compulsiva. Soñadora. Una chica dominada por los ídolos televisivos y de las revistas del corazón. Su gran ambición es ser famosa y haría cualquier cosa para conseguirlo. Sin embargo, al igual que sus ídolos, es una persona superficial que no tiene ninguna intención de trabajar para llegar a su meta. Pero nos reímos. Las descripciones de los personajes son casi literalmente reproducidas de la web oficial. Los que no aparecen aquí tampoco se salvan de este tipo de calificativos. Analizándolos a fondo sólo servirían para dar pena, para deprimir, para pensar en la dignidad de la mujer y su presencia en la tele. Pero como son desgracias ajenas, nos reímos. La TV es así.