LOS ALTOS dignatarios abandonaron Nueva York y la ciudad, paralizada en uno de sus sectores -proteger a Bush, reyes, jefes de Estado, Gobierno, un total de 155 sin contar los ministros, no es cuestión banal-, ha recobrado su normalidad para satisfacción de sus habitantes. La plana mayor de los gobernantes del mundo se dio, pues, cita para concretar la reforma de las Naciones Unidas y hacer un mundo más justo. Koffi Annan le había visto las orejas al lobo, después de la guerra de Irak, con la ONU desprestigiada en Estados Unidos por crearle problemas a Washington y en el resto del mundo por no poder parar al gigante norteamericano, y había encargado a un comité selecto de expertos un informe sobre la reforma de la ONU para hacerla más eficaz. Los altos cargos debían aprobar las recomendaciones pertinentes del mismo. A eso fueron. Podríamos preguntarnos cuál es el balance de la imponente reunión. Resulta cortito, muy cortito, si nos basamos en las expectativas despertadas. Manos malo si somos modestos y nos limitamos a preguntarnos si se ha avanzado algo aunque sea poco. Si el profano estudia un poquito lo que se pretendía y comprueba los resultados se echaría las manos a la cabeza y despotricaría contra la ONU. Su gesto sería comprensible, su reacción, menos. Es evidentemente poco serio, por ejemplo, que después de meses de preparación de la reunión, los políticos del mundo no hayan podido ponerse de acuerdo en una definición del terrorismo. Para salir del atolladero, el comité de Annan había encontrado una: es terrorismo «cualquier acción que intente causar la muerte o daño importante a civiles o no combatientes con el objeto de intimidar a una población o forzar a un gobierno a hacer algo o abstenerse de hacer algo». Parece correcto, ¿no?. Sin embargo, hubo países, algunos islámicos, que con la improcedente idea de las luchas de liberación no quisieron aprobarla. Primera decepción. La segunda vino en el terreno del desarme y la proliferación nucleares. El mundo emplea fortunas en armas (el Pentágono se come en 35 horas el presupuesto regular anual de la ONU) y con unos nueve países con el arma nuclear hay que parar la proliferación. No se avanzó nada, lo que hizo a Annan mesarse los cabellos. El tercer fiasco es la reforma del Consejo de Seguridad. Es el órgano supremo de la ONU, el que toma decisiones que son obligatorias para los Estados en materias de paz y seguridad. ¿Se actúa en Ruanda, en Corea o en Afganistán o no se hace nada? Aquí también rien de rien. El tema tiene bemoles porque hay países importantes, Japón, Alemania, India... que quieren unirse en el Consejo a los Cinco Grandes que ganaron la Guerra Mundial -Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia...- y sentarse con veto en el Consejo para siempre. ¿Pero cómo pueden aceptar Pakistán, Canadá, Italia ...o España, que esos aspirantes se conviertan, de pronto, en coroneles mientras nosotros seguimos siendo soldados? ¿Hay tanta diferencia, de coronel a soldado, entre Alemania e Italia, o entre Brasil y Canadá? Tema, por consiguiente, aparcado. De darle más poder a Kofi Annan para hacer la ONU más eficaz también se ha pasado. Dejémoslo para otra ocasión. Muchas bellas palabras, bastante reafirmación de principios pero poco meollo. ¿Qué ha habido concreto? Un compromiso reiterado de llegar al año 2015 habiendo reducido de forma considerable, en un 50 por ciento, el número desmesurado de personas que pasan hambre en el mundo. Ya se había prometido en el año 2000 con un mediocre cumplimiento. Ahora puede ir más en serio. Tambien la reunión ha abrazado la idea de que se puede intervenir en un país cuando su gobierno aplasta a una población o es incapaz de impedir un genocidio. Ante un nuevo Kosovo será ahora más complicado que se argumente que jurídicamente no se puede intervenir. Bush ofreció, para sorpresa de más de uno, una nota positiva: prometió abrir sus mercados a productos del Tercer Mundo y ayudar a esos países a colocarlos eliminanando las subvenciones americanas «si otros países ricos hacen lo propio». Un comisario de la Unión Europea, que no ha anunciado nada parecido, ha manifestado que es «algo para la galería», pero la oferta está hecha. Que la reunión se haya quedado muy corta en sus logros obedece a la razón fundamental que siempre explica las limitaciones y fallos de las Naciones Unidas. La Organización consiste de 191 miembros que tienen intereses dispares. Los propósitos de la ONU son encomiables, pero si los países que la integran, especialmente los importantes, no se ponen de acuerdo movidos por egoísmos nacionales, la cosa no marcha. Se empantana. De ahí que escribiera más arriba que despotricar contra la ONU no sería justo. Pensemos en los gobiernos. Terminada la reunión llega una buena noticia. Corea del Norte accede en principio a no continuar con su programa de armamento nuclear a cambio de ciertas contraprestaciones de Estados Unidos, Corea del Sur... Algo, curiosamente, negociado fuera de la ONU.