El final del 2005

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

27 dic 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

ESTAMOS llegando al final del presente año 2005, en el que han sucedido demasiadas cosas malas y algunas buenas. Pero es el momento de manifestar los deseos para el nuevo año 2006. Es el momento de pedir una revolución, un vuelco, un torbellino, una sacudida social, y menos desastres naturales. Una revolución que suponga dejar de lado lo políticamente correcto, que suponga atreverse a llamar a las cosas por su nombre, que no se utilicen distintas varas de medir, que los medios de comunicación busquen la verdad más que la confrontación, que no se le aplique el reglamento sólo a los enemigos y, a ser posible, que no se le aplique a nadie para ofenderlo, maltratarlo o discriminarlo. Un vuelco en la educación, en las mentalidades que toman decisiones sobre la docencia. Que se pongan patas para arriba para que les baje la sangre a la cabeza y legislen de acuerdo con las necesidades de la sociedad, que se legisle a favor de todos y no contra nadie. Un vuelco que permita que los profesores vuelvan a tener autoridad, que se sientan respaldados por los padres y por las instituciones. Un vuelco que ayude al poder legislativo a darse cuenta de que no se trata de tener leyes por consenso o sin consenso, se trata de tener leyes que sean eficaces. Un vuelco también en la mentalidad del Gobierno socialista, para que deje de meter el dedo en el ojo de la sociedad española y luego extrañarse de que le duela o echarle en cara que se crispa o enfada. Que en el 2006 gobiernen a favor y no en contra. Un torbellino mental que remueva las instituciones legislativas y judiciales para que acierten a impartir justicia, para que los delincuentes peligrosos no puedan salir de cárcel para cometer asesinatos. Son ya demasiados casos de errores judiciales, fallos de instituciones penitenciarias, fallos de psicólogos, etcétera. Fallos que sólo producen disgustos, alarma social, incomprensión y cierta sensación de impotencia, que es lo peor que puede sentir una civilización. Una sacudida social para que a partir del 2006 haya menos violencia doméstica, menos agresión familiar, menos delincuencia juvenil, menos bandas que quemen, lesionen o pisoteen vagabundos. Menos violencia en los videojuegos, en las películas, en los debates (rosas) de la TV, en los conductores, en las aulas. Una sacudida social para que sepamos reaccionar ante los intentos mostrados por el Gobierno de defendernos de las informaciones poco veraces, no contrastadas, alarmantes o demasiado críticas con los poderes públicos. Ante la posibilidad de que encuentren una sociedad adormecida o anestesiada, una sacudida reconfortante de sentido crítico será el mejor deseo para el próximo año. Y, por favor, que en el 2006 la naturaleza mantenga la calma. Nada de vuelcos, sacudidas, torbellinos, huracanes, tsunamis o terremotos, que en el 2005 ya hemos cubierto el cupo por una década.