Respeto a las creencias religiosas

| ARTURO MANEIRO |

OPINIÓN

14 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

LOS MINISTROS de Exteriores de la Unión Europea, con el empuje de Moratinos, el secretario general de la ONU y otras muchas organizaciones, están llevando a cabo iniciativas para conseguir que exista en la sociedad un mayor respeto a las creencias religiosas de los ciudadanos. El mismo presidente del Gobierno español manifestó que el ejercicio de la libertad de expresión debe tener en cuenta la ética y la moral para no ofender ni burlarse de las religiones. En definitiva, uno de los objetivos fundamentales de petición de respeto son los medios de comunicación, la prensa, la radio y la televixión. Se plantea resolver la colisión entre la libertad de expresión y la posibilidad de ofender a las creencias más fuertes de los ciudadanos. Curiosamente, todas estas iniciativas se han promovido porque los musulmanes se sintieron muy ofendidos por la publicación de caricaturas de Mahoma y lo han manifestado de forma violenta. Quizás, si no tuvieran una reacción tan violenta no se hubieran promovido estas llamadas a la responsabilidad en el ejercicio de la libertad de expresión. Los políticos y las instituciones no tienen esa sensibilidad si no ven reacciones de violencia o manifestaciones públicas de protesta. Sin embargo, el lado positivo de todo esto es que se ha abierto el debate sobre la conveniencia o no de usar la libertad de expresión para ofender a los creyentes. Es positivo, porque este debate puede hacer que se frenen un poco las constantes ofensas a los cristianos en general y a los católicos en particular. La cultura cristiana occidental es muy proclive a la ofensa, la mofa, la burla de todos los símbolos y las creencias. Los creyentes católicos tienen que sufrir constantemente burlas brutales de sus más profundas creencias y de las instituciones que las representan. Puede ser éste un buen momento para que se respete mucho más a todas las religiones. Y esto no es un problema que afecte simplemente a la información en sentido restringido, la que hacen los periodistas. Las ofensas a las creencias en nombre de la libertad de expresión se ejercen fundamentalmente a través del cine, de las series de televisión, de los programas televisivos. Hubo unos tiempos en que el cine no se podía considerar como una expresión pública, ya que el ciudadano tenía que pagar para ir a una sala y nadie lo obligaba a ello. Actualmente la cinematografía es una actividad objeto de la libertad de expresión y de información más pública que otros acontecimientos. Desde los primeros momentos de la planificación y de la designación del elenco de artistas de una película ya están en todos los medios de comunicación el argumento, las opiniones del director, de los actores. Las películas se emiten una y otra vez por televisión. Las ofensas gratuitas a las creencias religiosas en que están basadas no quedan sólo en el ambiente privado de una sala de cine. Llegan a todos los hogares, a todas las familias, en cualquier hora del día. Por su propia naturaleza, sucede lo mismo en las series de televisión, que están pensadas para todo el universo de población de un país o de todo el mundo. Por eso, los abusos de la libertad de expresión no son un problema sólo de los periódicos. Afecta a toda actividad destinada a ser comunicada al público. Por todo ello, es muy posible y deseable que la reacción de los musulmanes pueda promover también el respeto a las creencias de los cristianos en una civilización cristiana.