LA REESTRUCTURACIÓN, o modificación, o remodelación o readaptación de Radio Televisión Española va a costar el puesto a casi 4.000 trabajadores de Televisión Española, Radio Nacional de España y el resto de las empresas o entes del grupo. Se irán a la calle, probablemente, con mucho dinero de indemnización para que el plan sea aceptado por los sindicatos. Por este procedimiento se irán a casa los trabajadores más veteranos, los que saben más, los más capacitados para resolver cualquier problema en cualquier circunstancia. Pero esta limpieza laboral no va a dar paso a las nuevas generaciones de profesionales del audiovisual, porque disminuirá casi totalmente la actividad de la mayor parte de los centros territoriales. Sólo quedará el consuelo de que las nuevas televisiones digitales autonómicas y nacionales abran las puertas que otros cierran a los profesionales más jóvenes del sector audiovisual. Pero esta situación nos puede llevar también a otra reflexión, a otra forma de plantear la restructuración de RTVE. En lugar de nombrar a personas ajenas a la empresa para dirigirla y desorganizarla periódicamente, se podría pensar en nombrar a los trabajadores más cualificados de RTVE para ocupar los puestos directivos más importantes. De esta forma, el grupo no estaría aumentando constantemente la nómina ajena y se ahorraría mucho dinero. En RTVE hay muchas personas que podría hacer mucho mejor que Caffarel de director general del ente. Hay muchos profesionales que conocen desde dentro todos los problemas, todas las posibles soluciones para ser mejor director de TVE que el actual. Y así en todos los demás niveles de la empresa. Hay profesionales cualificados en abundancia para ser miembros del consejo de administración de RTVE, con el consiguiente ahorro de nóminas. No es necesario nombrar a políticos externos. No es necesario contratar asesores externos, ni jefes de departamento externos. Ni directores de RNE ajenos a la empresa en cada comunidad autónoma. Dentro del grupo hay personas que saben la mejor manera de resolver los problemas sin necesidad de nombrar ejecutores de fuera. Además, la experiencia acaba demostrando que cuando se nombra director general de RTVE o director de TVE a un profesional de la casa, al cesar resulta que no quieren volver a sus situaciones anteriores y acaban trabajando en otras empresas. De esta forma se consiguen dos objetivos: 1, ahorrar en los contratos de profesionales externos; 2, incentivar la disminución de la plantilla propia. En todo caso, y aunque habrá muchas opiniones en sentido contrario, no parece muy lógico que las empresas públicas de comunicación se nutran siempre de personal directivo ajeno. No es lógico que la función, el destino o incluso el puesto de trabajo de los profesionales del grupo dependan de las decisiones de directivos ajenos. Sobre todo cuando estos directivos ajenos no son de dudosa capacidad, sino que son de comprobada incapacidad profesional para jugar con el trabajo de los empleados de RTVE.