Esclavas entre luces rojas

OPINIÓN

PILAR CANICOBA

03 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

LAS CARRETERAS españolas están plagadas de lucecillas rojas que surgen como esporas en los alrededores de las ciudades. Avisan de un pretendidamente divertido peligro y retan a los hombres valientes a que acepten la zozobra y se introduzcan, cual descanso del guerrero, en un volcán de sensaciones acordes con las que normalmente se identifica el color rojo provocador. Las carreteras españolas están llenas de lucecillas rojas, intermitentes, que indican, para quien quiera preguntárselo, que allí se están cometiendo delitos: detención ilegal, proxenetismo, contra los derechos de los trabajadores¿ Delitos de dependencia y esclavitud de mujeres que ejercen la prostitución. Mujeres retenidas, mayoritariamente extranjeras, huidas de las miseria de sus países, lejos de sus familias, solas, vendiendo su cuerpo a comisión con explotadores. Bandas de proxenetas que campan por sus respetos amparadas en la encubridora polémica de la regulación o prohibición de la prostitución. Las carreteras españolas con sus aviesas lucecillas rojas indican espacios fuera de control, zonas francas, paraísos de esclavitud modernos de mujeres que se ven obligadas a vender los único que tienen, su dignidad y su cuerpo. Las carreteras españolas con sus lucecillas rojas albergan escaparates de tolerancia con lo legal y moralmente intolerable. Escaparates característicos de los bazares del primer mundo, que priman más el parecer que el ser, la forma por encima del fondo, la hipocresía políticamente correcta, y por eso se les llama locales de alterne. Escaparates, luces rojas también anunciadoras de que se trata de un territorio vedado a la ley y a nuestra dignidad como personas, solaz especie de esparcimiento para respetuosos guerreros, dicen que necesitados de desahogo, protegidos por muros atávicos («son libres») que impiden la entrada a los defensores del orden social. Hace unos días, con el importante concurso de medios de comunicación, se detuvo a una banda que introducía a esclavas rusas en nuestro país, no tenistas, sino mujeres engañadas y coaccionadas, colocadas para la fotografía de espaldas a la pared. Ha vuelto a surgir la polémica de un problema endémico y universal que es la prostitución, mezclada con la explotación sexual castigada en el Código Penal. Soñamos que algún día en las carreteras españolas no habrá luces rojas, y así nadie tendrá que mirar para otro lado y justificar lo injustificable. De aquí a algún tiempo -también soñamos- el día iluminará la noche y las luces rojas habrán desaparecido, y con ellas los rufianes y proxenetas a los que se les habrá aplicado la ley .La misma ley que tiene que amparar también a las esclavas entre luces rojas.