LA NACIONALIZACIÓN de la explotación de hidrocarburos en Bolivia, decretada por el presidente Evo Morales, tiene muchos aspectos negativos, pero también ofrece alguno positivo. Los muchos aspectos negativos no me interesan. Ya los han destacado todos los políticos, juristas y economistas. Veamos lo que puede haber positivo. Sería muy positivo para Bolivia que todos los recursos económicos puedan destinarse a crear infraestructuras sociales y administrativas que beneficien a los más necesitados de Bolivia, que son muchos. Sería muy positivo para los bolivianos que los recursos proporcionados por la nacionalización sirvan para elevar el nivel de vida de los ciudadanos. Para que haya más y mejores oportunidades sociales. Para que aumente el número de puestos de trabajo. Para que exista una seguridad social que atienda dignamente a los ciudadanos en todas las enfermedades. Para que se destinen recursos a la escolarización de los lugares remotos, que no haya ningún niño sin atenciones, que todos tengan oportunidades de aumentar su nivel educativo y laboral. Para que las familias tengan viviendas dignas, que se sientan protegidas por el Estado, que cuenten con información suficiente para cada una de sus necesidades, que tengan verdadera libertad de elección para educar a sus hijos en el modelo que consideren adecuado. Sería muy positivo para Bolivia que esta medida económica y social sirviera para lograr una Administración pública eficaz, competente, con capacidad de gestión y control, con iniciativa de servicio. Una Administración que se preocupara de formar cuadros dirigentes honrados, capacitados, humanos, solidarios. Que contaran con unos altos mandatarios con habilidad suficiente para sacarle toda la rentabilidad posible a los recursos naturales de Bolivia, con empresas propias o con inversiones de otros países. En definitiva, que contaran con un país prestigiado en el que todas las organizaciones y empresas experimentaran la imprescindible seguridad jurídica. Sería muy positivo para los bolivianos que los grandes capitales provenientes de los recursos propios no se pierdan por los vericuetos administrativos para llegar a las manos de los ricos de toda la vida. Que no se pierdan por los laberintos de las organizaciones políticas que sólo se preocupan de los más necesitados cuando ellos necesitan sus votos. Que no se escurran por los despachos de los altos cargos militares de siempre. Que no acaben en las arcas de las mafias organizadas. Si Evo consigue estos resultados, su medida será digna de todo tipo de elogios y estatuas. Si después de la nacionalización Bolivia sigue igual, todos nos sentiremos frustrados.