Paz para el Líbano

| GONZALO PARENTE |

OPINIÓN

02 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

DESPUÉS de haber sufrido una guerra civil entre 1975 y 1990, el Líbano quedó destrozado, con una economía en ruinas y ocupado por fuerzas de Israel, Siria e Irán. Todavía sufre las consecuencias de la guerra, que originó cien mil muertos. Israel se retiró en el 2000, Siria en el 2005, pero Hezbolá sigue allí con unos 20.000 milicianos. Este verano, Israel, hostigado por Hezbolá, realizó una operación de represalia a las provocaciones de los guerrilleros chiíes que dejó el sur del Líbano otra vez en ruinas. El Consejo de Seguridad de la ONU acordó un alto el fuego que fue aceptado por los Gobiernos de Israel y el Líbano. Kofi Annan, a bordo de un avión español, está coordinando las decisiones de los gobiernos interesados en llevar la paz al Líbano. Así pues, el plan está diseñado y sólo queda que todos lo cumplan. Tiene dos puntos críticos de difícil solución. El primero es la operación de desarmar a Hezbolá. El segundo, la neutralización de cualquier intervención de los países vecinos. Todo ello exige el compromiso de la comunidad internacional para que el Gobierno del Líbano tenga un poder real y autónomo. Como dijo Kofi Annan: una nación con una sola autoridad y un ejército. Desarmar a Hezbolá tiene que ser una operación del propio Ejército libanés, después de un acuerdo entre los líderes del Líbano, sin intervención exterior. Ello llevaría a una libanización del conflicto, de forma que sea el Gobierno de Beirut, y no Hezbolá, el que pueda iniciar conversaciones con Israel y Siria para buscar una solución y conseguir una paz estable. Eso es lo que van a garantizar los infantes de marina españoles que van a ser enviados al Líbano. Pero, ojo: este plan tiene muchos riesgos imponderables, de los cuales el más grave es que Hezbolá no lo acepte. ¿Quién le va a obligar a cumplirlo?