Entre el limbo y el purgatorio

OPINIÓN

20 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

HA SEÑALADO el presidente de la comisión gestora del Ayuntamiento de Marbella que los ciudadanos no iban a entender la puesta en libertad de la ex alcaldesa Yagüe y de la ex concejala García Marcos. Y es cierto que verlas salir por la puerta de la prisión conlleva que la decisión del juez, a la vista de los antecedentes, sorprenda y requiera una explicación. Hay casos, como la operación Malaya, en los que la opinión pública ha dictado sentencia condenatoria mucho antes de que los encausados sean juzgados, y de ahí se desprende que los ciudadanos no entiendan la decisión de excarcelación y sí las dudas del presidente de la comisión gestora. Pero las cosas no son así. La justicia, en los países democráticos, funciona de otra manera. El estado natural para los encausados a la espera de juicio es, en situación de libertad, en base al principio -en España constitucionalizado- de presunción de inocencia. Todos, por el mero hecho de ser personas, estamos en el limbo de los justos en tanto no haya una decisión judicial que nos lance al purgatorio, y eso conlleva estar libres mientras se prepara el juicio. Sólo se puede exceptuar cuando se dan diversas circunstancias acumuladas: que la acusación que se va a formular sea por delito grave; que se manejen datos sólidos que hagan pensar que es muy posible que el encausado sea el autor del delito perseguido; que la situación en libertad del acusado perturbe la investigación que se está llevando a cabo o ponga en peligro las pruebas de cargo, y, por último, que esa estancia en prisión tenga un tiempo limitado, que para los delitos más graves es de cuatro años. Pues bien, con todos esos elementos, el juez que instruye la operación Malaya ha tomado la decisión, acertada en un proceso que se presenta largo, de decretar la libertad, entre otros, de las señoras Yagüe y García Marcos (como, más pronto que tarde, ocurrirá con el mediático Julián Muñoz). Es, en consecuencia, lo adecuado, pero no lo suficiente. Lo deseable ahora, para restituir el orden convivencial perturbado por los desmanes ocurridos en Marbella, sería que se celebre pronto el juicio y así poder contrastar en lo posible la homogeneidad del juicio popular con el juicio legal.