Justicia, SA: balance en rojo

| VENTURA PÉREZ MARIÑO |

OPINIÓN

27 sep 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

UNO de los momentos más relevantes en la vida de una empresa es la presentación de sus cuentas anuales a los accionistas y, cómo no, la propuesta de dividendos que en caso de haber beneficios se van a repartir. La empresa pública Justicia tiene similitudes importantes con las empresas privadas sobre todo en que, al igual que aquéllas, debe presentar resultados. Todos los años en este mes de septiembre, coincidiendo con la inauguración del año judicial, se hace pública la memoria de los rendimientos de la empresa Justicia, SA del año anterior. Y el balance del 2005, ahondando en lo ocurrido en años pasados, desvela nuevamente pérdidas. Es decir, al final del 2005 había más asuntos pendientes que el año anterior y, lo que es peor si cabe, la imagen corporativa, es decir, el fondo de comercio, había caído varios puntos. Pero dejando de lado las coincidencias, las diferencias entre empresa pública y empresa privada se muestran ostensibles en las consecuencias que se derivan de los resultados. En la empresa privada, los accionistas votan y aprueban en su caso las cuentas, inclusive con pérdidas, pero siempre y cuando se les presente un plan para salir de los números rojos, a la vez que se les proponen los medios que se necesitan para salir de la crisis: vuelco a la organización, mejora de la producción, nueva red comercial, ampliación de capital¿ porque de lo contrario, de no tomar medidas, es bien sabido que la empresa se continuará endeudando y desembocará inevitablemente en quiebra. En la empresa pública Justicia, SA, las consecuencias de los resultados negativos son completamente distintas. La empresa no va bien, va perdiendo su prestigio, la producción es lenta y no pocas veces no supera los parámetros de calidad exigibles; los pedidos se acumulan y en muchos casos no se complementan a tiempo. Sin embargo, las consecuencias son ninguna; sólo la buena voluntad de muchos de sus trabajadores salva en parte los desarreglos. En la empresa pública Justicia se han acostumbrado a que siempre aparezca un capitalista externo, en este caso la Administración del Estado, que viene en ayuda y salvación inyectando nuevos capitales a fondo perdido. Pero si esta práctica es poco compatible con el mundo moderno, menos lo es el que los directivos de la empresa Justicia no presenten un plan, unas previsiones de cómo se pretende salir de la crisis y, por supuesto, cuáles son los objetivos que se persiguen. Un año más, los ciudadanos accionistas de la empresa Justicia se han quedado sin dividendos y, lo que es peor, de seguir así tampoco los tendrán el próximo.