Ségolène Royal y menores delincuentes

| VENTURA PÉREZ MARIÑO |

OPINIÓN

13 dic 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

EL HURACÁN Ségolène Royal ha venido a oxigenar y agitar la vida política francesa, y por ósmosis remueve y removerá la política de los países de su entorno. Sus propuestas, lejos de los ninguneos de los primeros momentos, se aceptan o no, pero, en todo caso, se tratan con admiración o, al menos, con respeto. No cabe duda de que ha abierto una ventana por donde se perciben olores que perturban las tediosas guerras de intereses y las acomodaciones políticas justificantes del pensamiento único y de lo políticamente correcto. De unos años acá ha sido y es de capital importancia lo que piensan los dirigentes políticos y las medidas que toman en materia de seguridad. El concepto de seguridad, eje de nuestras vidas, ha dejado de ser patrimonio de las opciones ideológicas conservadoras para pasar a pertenecer a todo el espectro político y convertirse en base para la existencia de la libertad. Sin seguridad, se afirma, malamente puede haber libertad. No hay programa electoral que no lo contemple -Giuliani, Chirac, Sarkozy-. También Ségolène ha entrado al trapo de la seguridad, proponiendo entre otras medidas que los menores infractores de entre los 16 y 18 años, cumplan sus condenas en el extranjero, en acciones humanitarias en las que participe el Ejército francés. La propuesta es imaginativa, pero no exenta de controversia. El tratamiento, el qué hacer con los menores que delinquen, es objeto de permanente discusión. Nuestras Cortes acaban de aprobar una reforma de la Ley Penal del Menor (la tercera en seis años) que endurece las condenas por delitos graves e indica las dudas sobre el particular. Pero pongámonos en España y virtualicemos la propuesta de Ségolène. Los menores infractores internados en régimen cerrado en nuestro país tienden a ser extranjeros, hoy el 30%, y predominan los de los países musulmanes. ¿Mandaríamos a menores marroquíes a Afganistán o al Líbano? ¿Mandará Ségolène a argelinos o a sus hijos a misiones en África? Por otra parte, y teniendo en cuenta el interés educativo para con los menores, ¿sería útil para su futuro participar en labores humanitarias bajo el paraguas del Ejército en lugar de internamiento en centros educativos? Y, por último, ¿qué pensarían las víctimas de, por ejemplo, un delito de agresión sexual o de homicidio, cuyos autores se van de misión humanitaria? La señora Royal representa lo novedoso, el no quedarse quieta y el buscar alternativas a asuntos en los que nadie se atreve a modificar, y ojalá acierte en sus propuestas, aunque la de los menores delincuentes plantea demasiadas incógnitas y no parece ser la solución. En todo caso, habrá obligado a reflexionar sobre un tema de enorme interés, lo que no es poco.