AUNQUE con escasa resonancia, entre el 22 y el 29 de abril pasado tuvo lugar la primera Semana Mundial para la Seguridad Vial de las Naciones Unidas, organizada por la OMS, con actos en Ginebra que partían de un discurso anterior de Kofi Annan en el que explicaba que el tráfico se cobra la vida de 1,2 millones de personas por año, de las que 400.000 son jóvenes menores de 25 años. Ya en el año 2003 el director de la propia OMS, en discurso del Día Mundial de la Salud, calificaba las muertes por causa de actos de violencia accidentales o intencionados como un «trágico despilfarro» de vidas. Por lo demás, el escaso eco de tal semana en España parece haber consistido en señalarnos -desde la UE- como el país con mayor porcentaje de conductores ebrios fallecidos en carretera. ¡Ah!, y se ha visto la conveniencia de crear, según criterio institucional que llega de Madrid, la cátedra española de Seguridad Vial y Movilidad (¿?). Cambiemos ahora aquella dimensión territorial europea por otra más entrañable y próxima cual es la de Valga, como lugar en el que el pasado día 25 han perdido la vida tres seres humanos por colisión, en un paso a nivel, entre un automóvil y un tren. La confluencia entre caminos de hierro y caminos de asfalto es de elevada concurrencia en nuestra comunidad y ocasional escenario de tragedias. El valor de una persona no es mensurable y, por eso sólo, bien valdría la excepcionalidad de la acción por corregir o eliminar buena parte de esos más de doscientos pasos a nivel todavía operativos. Y, cuando menos, ¿acaso en el siglo XXI no permite la técnica sistemas de avisos para que en tales pasos -con barreras o sin ellas- se advierta de la llegada del tren sin lugar para el error? Y note el lector, para terminar, cómo un hilo conductor entrelaza los dos asuntos que comentamos. El papa Benedicto XVI, en mensaje del día 25 pasado a la OMS, para la semana en cuestión, decía: «Animo a cuantos se dedican a la investigación de nuestras tecnologías y estrategias para reducir los demasiados accidentes en las carreteras de todo el mundo». Razonablemente, los pasos a nivel están implícitos en las carreteras.