ES EN ESTOS días clara la coincidencia en deseos de gobernantes municipales -actuales y de futuro- y de ciudadanos en cuanto a la necesidad de afrontar la amplitud de problemas que presenta el tráfico urbano, con el ánimo, cuando menos, de disminuir su gravedad. No es cuestión de detenerse en alternativas posibles al transporte colectivo urbano, como las líneas de metro, el transporte marítimo, etcétera. Todo esto parece todavía muy lejano. Tal vez bastaría, aún a medio plazo, con atajar el crescendo de dificultades actuales, las que se adjetivan con el prefijo negativo in: inseguridad, insalubridad, incomodidad. Cuenta Sanz Alduán que ya en los años veinte, en varias ciudades de Estados Unidos, ante perspectivas de congestiones del tráfico urbano, se delineaban áreas reservadas al tránsito peatonal. Permanentemente actual es el estudio llevado a cabo por Buchanan en 1963, por encargo del Ministerio de Transportes del Reino Unido, en razón de que el tráfico era considerado como «una amenaza a la forma física de las ciudades». Después de estos y otros signos de alerta, en los años ochenta la Unión Europea advierte a los países miembros acerca de la urgencia de llegar a la «movilidad sostenible» en el tráfico urbano, al tiempo que se proponen acciones precisas mediante dos libros verdes que se refieren al «medio ambiente urbano» y al «impacto del transporte sobre el medio ambiente». Desde la misma Unión Europea se dictan directivas referidas a la ciudad sostenible y se funda el Club de Ciudades Libres de Coches. La moderación del tráfico en los centros urbanos entra a formar parte de los discursos institucionales. Sí, se quiere «moderar» el tráfico, «apaciguar» el tráfico, «calmar» el tráfico, pero la calle pierde sus funciones tradicionales y no se evita la masiva ocupación de espacios peatonales. Terminamos, no obstante, con un brote de optimismo. Ojalá que los concejales que resulten elegidos el próximo día 27 hagan suyo el propósito de los ingenieros-urbanistas Vahl y Giskes: «Tenemos el deber de reparar y reconstruir las cualidades perdidas de la vida urbana [¿] los peatones deben tener la posibilidad de usar libremente todo el espacio público urbano».