Cien años de soledad. Treinta años del premio Nobel. Y el martes cumplió 85 años de edad. A Gabriel García Márquez le casan las cifras tanto como su prosa. El escritor logró enjaular en libros un torrente de imágenes y de sagas familiares fabulosas. Un 6 de marzo del año 27 nació este hombre que lleva tiempo sin escribir por una enfermedad. Lo último que publicó fue en el 2010 una colección de sus intervenciones públicas con el simpático título de Yo no vengo a decir un discurso. El primer aliento para crear, Gabo lo tomó prestado de las redacciones de humo de los periódicos. El segundo lo leyó en el tratado de economía de Hemingway y en la enciclopedia de monólogos de Faulkner. Pero se dio de bruces con lo que sería el milagro de Macondo al leer en Juan Rulfo que los muertos hablaban. Ya muchas veces dijo Gabo que escribe solo para que lo quieran. Y otras tantas desveló su codiciado secreto: escribe como un ejercicio de hipnosis doble: hipnotizado el escritor al teclear e hipnotizados los lectores al abrir el libro. Por su cumpleaños, Cien años de soledad se puede conseguir en edición electrónica, con un guiño: está ilustrado con un galeón en una selva, como su primera edición. Gabo, mago.