E n el largo proceso previo a las elecciones del 20-N el PP utilizó dos ideas fuerza: Zapatero era el culpable de la crisis y su Gobierno despilfarraba los recursos públicos. Para el PP nuestros problemas económicos nada tenían que ver con la grave crisis internacional ni con el desplome de un inviable modelo de crecimiento especulativo, era solo responsabilidad de Zapatero.
Mariano Rajoy nunca llegó a concretar sus propuestas, a definir cuál iba a ser su política económica. Nunca pasó de una frase tan genérica como la de que España saldría de la crisis en cuanto tuviera un Gobierno serio que acabara con el despilfarro. Convenció a una mayoría de ciudadanos, en realidad solo el 33 % del censo electoral, con ese mensaje simple: con él de presidente y eliminando el despilfarro socialista se resolverían de forma inmediata los problemas del déficit, de la deuda, del crecimiento económico y del desempleo. España volvería a ser una potencia sin necesidad de recortar ningún derecho de los ciudadanos.
Lo peor de todo es que, por lo que parece, Rajoy y su partido se llegaron a creer su propia simpleza. Solo eso explica que ahora estemos así, con un Gobierno desnortado, que corre detrás de los acontecimientos, que no es capaz de definir una estrategia de política económica clara.
El presidente Rajoy nos debe una explicación, y tal vez una disculpa. La clave de su oferta electoral era acabar con lo que él llamaba el despilfarro de Zapatero. Con eso ya era suficiente y por eso se opuso a las duras, e injustas, medidas de ajuste del PSOE como congelar las pensiones, reducir el salario de los empleados públicos, la reforma laboral del 2010 que abarataba el despido?
Y esa es la explicación que nos debe. ¿ Por qué no lo ha hecho? Después de tres meses al mando, conociendo ya todos los datos, el presidente Rajoy debería explicarnos por qué en vez de acabar con ese supuesto despilfarro lo que hace es perpetrar el mayor recorte de derechos de toda nuestra democracia. Los ciudadanos tenemos el derecho a saber en qué consistía ese despilfarro que denunciaba el PP, en qué cosas inútiles se gastaba el Gobierno esos 50.000 millones de euros que provocaban el déficit. ¿Por qué no nos lo dice? Y sobre todo, ¿por qué no hace lo más fácil, eliminar todos esos supuestos gastos superfluos en vez de atacar de forma salvaje al Estado del bienestar? Me temo lo peor. A lo mejor lo ya lo está haciendo. Porque es posible que para la derecha, para Rajoy lo superfluo sean precisamente los derechos sociales y que el despilfarro es tener una sanidad y una educación públicas, universales, gratuitas y de calidad. Y que él, efectivamente, está acabando con ese despilfarro.