Más Europa y más Feijoo

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DO TERRITORIO

OPINIÓN

07 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Muy a menudo, cuando nos encontramos con amigos o conocidos, nos preguntan: ¿Cómo crees que se puede arreglar esto? La respuesta se sitúa casi siempre en la incertidumbre y en la complejidad. Sin embargo, estos días asistimos a un clarificador debate sobre el futuro de España y el de Europa: Por un lado, el lamentable espectáculo de las comunidades autónomas, que con su demanda insaciable de fondos no hacen más que evidenciar el fracaso de un modelo, y la irresponsabilidad de los políticos. De otra parte, los problemas derivados de una anterior gestión del Estado más incomprensible aún. En el centro de ambos debates, el papel de los últimos Gobiernos y el de la clase política española en general. Todo ello desde la perspectiva de unos ciudadanos empobrecidos, atosigados, asustados y desconfiados. La realidad no es para menos.

Sin embargo, entre las ramas del bosque asoman dos ideas: la necesaria reconstrucción o refundación de Europa y la necesidad de políticos honrados, serios y responsables. Pudiera parecer que hay un abismo entre ellas, pero no lo es tanto si analizamos el entorno. Si por un lado hacen falta nuevas estructuras políticas, y nuevos líderes europeos, para que la Unión Europea avance, dando ese paso decisivo para su unificación como espacio monetario, fiscal y económico; por otro, los políticos españoles, y principalmente los presidentes autonómicos y alcaldes, deben cambiar radicalmente su manera de actuar y pasarse a las filas de Núñez Feijoo, que no es otra cosa que la austeridad, el compromiso, la determinación y la capacidad para anticiparse al futuro. La realidad es que si los políticos europeos hubieran sido más eficientes y decididos, y si las comunidades autónomas hubieran hecho como en Galicia, hoy en España el déficit público estaría en gran parte controlado y nuestro país y nuestras regiones serían solventes. Por eso, la solución es esta: más Europa y más Feijoo. Lo contrario del deleznable espectáculo que están protagonizando partidos políticos, sindicatos y alcaldes. Ninguno quiere ver reducidos los puestos de diputados en el Parlamento, ni su remuneración por ser alcaldes y concejales, ni los miles de liberados que los sindicatos han ido acumulando quieren pasar a ser trabajadores. Más vergonzoso aún resulta este espectáculo cuando una gran mayoría de los ciudadanos han tenido que renunciar a un bienestar adquirido con mucho tiempo y esfuerzo y cuando otros no ven en el futuro más que terribles amenazas. Pero los políticos se agarran al privilegio de un estatus adquirido mediante un abuso de poder más frecuente de lo que hubiéramos deseado.