«Leaving Baralla»

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

09 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace ya algunos años, tuve la fortuna de ser cliente habitual del salón de baile de Rúa, en el Concello de Cervo. Cada domingo, un dúo de acordeón y batería deleitaba al público con melodías imposibles, en una sala con un único cartel que prohibía ceder la pareja. Allí convivían, entre humo, paisanos de las aldeas próximas, trabajadores forestales y curiosos, con diferente habilidad para el pasodoble, pero con un extraño don común para bailar «Mami que será lo que tiene el negro».

El salón de baile de Rúa, como otros muchos salones rurales, cerró ya hace años, no solo por el despoblamiento de las aldeas, sino también por los nuevos impuestos. Muchas tiendas y cantinas rurales hicieron lo mismo al no poder hacer frente a unas tasas que no consideraban sus peculiaridades sociales y que, injustamente, las trataban igual que las discotecas o comercios de las ciudades. Nada de excepciones, se dijo entonces.

Recuerdo con nostalgia aquel salón ahora que una empresa americana pretende instalar en Madrid un gran casino, tipo Las Vegas. Como los lectores se pueden imaginar, la cuestión me queda bastante lejos, pero lo curioso del caso es que para que la empresa se instale allí hay que modificar la legislación laboral, fiscal e incluso sanitaria, permitiendo fumar en sus espacios cerrados; cambiaremos lo que haga falta, se dice ahora.

Veamos. Nunca he entrado en un casino, aunque los he visto en el cine, y nada tengo contra ellos. Sé que el salón de baile de Rúa y el macrocomplejo no son comparables, pero para mí esta historia es una triste metáfora. No quiero exagerar diciendo que hemos entrado en una espiral autodestructiva, como Nicolas Cage en Leaving las Vegas, pero las cosas no van bien si se pasa de defender la economía local a depender de un local de juego. Para entendernos, ahora nuestro futuro está en la inversión en T+R (tragaperras más ruleta) y no en I+D.

Como otras veces, estoy dispuesto a aceptar que mi posición es equivocada; no soy intransigente. Si ese complejo ejemplar, con leyes propias, es un éxito, espero que también en Galicia tengamos uno similar en el futuro. No pido reabrir los salones de baile, ni siquiera las cantinas, pero me gustaría que se ubicara en una zona rural, por ejemplo en Baralla; se trata de un lugar bien comunicado, hay terreno suficiente y su población es bilingüe, al contrario de lo que se ha dicho de Madrid.

La decisión final será en septiembre pero ya me estoy imaginando la película Leaving Baralla entre aguardiente, humo y partidas de tute. ¡Pa matarse!