Valoremos Galicia

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

12 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La sociedad gallega ha evolucionado mucho y muy rápidamente, de ser rural a otra predominantemente urbana, pero aquella mentalidad del pasado basada en una Galicia vista desde el atraso campesino sigue latente. Ya esa visión de la historiografía ruralista fue dominante en el nacionalismo cultural, en oposición a la realidad urbana avanzada que pocas veces mereció la atención debida de muchos intérpretes de nuestra realidad.

Nuestras ciudades portuarias, A Coruña primeramente y Vigo más tarde, se posicionaron desde el siglo XIX y XX como centros de innovación y competitividad en el contexto europeo y español, gracias al mar que actuó siempre como transmisor e introductor de nuevas ideas, iniciativas e innovaciones. Lo curioso es que hoy siga pasando lo mismo, o parecido. Si atendemos a ciertos medios, se sigue asentando un neorruralismo cultural que, haciendo muy bien en valorizar nuestros símbolos históricos, se olvida a menudo de nuestros logros de la modernidad. De esa mentalidad surge un espíritu acomplejado, hipercrítico, localista y provinciano que, sin salir de la atadura atávica de una cultura prefabricada, se instala de nuevo en el victimismo, en la queja y en un sentimiento de que aquí todo está mal, todo está mal hecho, y juicios parecidos.

Estas ideas revivieron en mi cabeza con ocasión de las magníficas representaciones del festival de ópera de A Coruña, que cumple 60 años, promovido por la más antigua asociación de la ópera de España. Han pasado, siguen pasando, por nuestros escenarios los mejores cantantes del mundo, los mejores directores, y con el apoyo de la mejor orquesta sinfónica de España, a decir de muchos cantantes y directores internacionales, ponen en valor un gran proyecto cultural. Todo gracias a cultos patrocinadores privados en cooperación con las Administraciones. En la música y la ópera hemos alcanzado posiciones de primer rango, aunque este año la falta de medios impidió mantener el número de representaciones escénicas y ampliar las funciones para hacerlas asequibles a más ciudadanos. Como siempre, he encontrado en los entreactos conocidos de Asturias, Barcelona y Madrid que acuden con regularidad a los festivales coruñeses. Sin embargo, tal acontecimiento no tiene nunca el eco debido en la opinión mediática regional, más preocupada por fiestas anacrónicas y vudús ancestrales. Parece que siguiéramos en la cultura de la vaca.

Es un ejemplo. Podría hacer una larga lista de ámbitos en que Galicia está a la vanguardia española, aunque muchas cosas nos falten. Solo las conseguiremos si abrimos la mente al mundo, si sabemos valorar lo nuestro desde una perspectiva internacional, y si abandonamos esa mentalidad pueblerina y cínica del negativismo interpretativo. La Galicia de hoy merece ser mejor valorada. Antes debemos tener claro cuál es el concepto de Galicia que sintetiza nuestras aspiraciones y nuestros sueños. Y eso es lo que nunca tengo claro.