A estas alturas de la campaña, la suerte está echada. Según Sondaxe el PP ganaría las elecciones con una mayoría que le permitiría gobernar en solitario, al margen de lo que decidan a última hora un importante número de indecisos. El electorado del PP es fiel donde los haya, por lo que todos aquellos que en el 2009 votaron a este partido, y en las encuestas manifestaron no saber qué hacer, lo volverán a votar. Eso no es probable, sino seguro. Por otro lado, los indecisos que en las últimas autonómicas votaron al PSOE es muy posible que una buena parte de ellos giren su voto a la izquierda, vía BNG, AGE o CxG, por lo que los socialistas perderán votos de los que se mostraron dubitativos en las encuestas. En lo que se refiere a aquellos que hace casi cuatro años dieron su apoyo al BNG, unos se lo volverán a dar y otros optarán por el carismático Beiras o por CxG.
Dicho esto, a criterio de este columnista el PP lo tiene fácil, ya que sus seguidores gallegos puede que estén desilusionados con Rajoy, pero son lo suficientemente sensatos para reparar en que el que se presenta el domingo es Feijoo. Otro gallo cantaría si se tratara de las elecciones generales. En ese caso se produciría un voto de castigo que el 21-O no tendrá lugar.