Los nuevos emigrantes

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

19 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En los últimos diez años la población española creció de manera muy significativa. La causa del cambio estaba asociada al crecimiento de la economía y del mercado de trabajo, que atrajo un importante contingente de inmigrantes, favorecidos por una política muy abierta y por una oferta creciente de mano de obra barata y de baja o nula cualificación. Las regiones donde el bum de la construcción era mayor y aquellas donde la agricultura intensiva y de mercado era más importante fueron, con las grandes ciudades, las principales receptoras. En el mundo urbano se sumó la demanda de cuidadores de personas mayores, consecuencia del fuerte envejecimiento demográfico y de la instauración de nuevos modelos de convivencia familiar. A la vez se incrementó la natalidad entre inmigrantes, que en muchos casos reproducían pautas de natalidad alta comunes en sus países de origen. Algo de eso pasó en Galicia, aunque con menor intensidad por ser menos importantes los factores de atracción. La población gallega, alimentada por inmigrantes, creció, no porque aumentara la natalidad, y aunque seguía habiendo salidas de población joven para trabajar fuera, muchos en la construcción, el saldo era positivo.

Con la crisis, el escenario sufrió una fuerte mutación. La demanda de mano de obra para la construcción y los servicios se redujo o quedó bajo mínimos, y también el servicio familiar por el empobrecimiento de la clase media y el destino de las pensiones de los mayores a otras necesidades familiares. Lógicamente muchos inmigrantes se marcharon, entre ellos bastantes que habían conseguido la nacionalización, y que si al llegar lo hicieron como extranjeros al marchar se fueron como residentes; también muchos jóvenes sin formación debido a la alta tasa de fracaso escolar salieron en búsqueda de trabajo, y se intensificó la salida de jóvenes universitarios en búsqueda de nuevas oportunidades ante el cierre de nuestro mercado de trabajo para sus profesiones. Todo dentro de la normalidad en un cambio de ciclo económico, como también lo es que la atracción del talento se dirija a las grandes ciudades de la economía global. Si en el siglo pasado los jóvenes cualificados se iban a Madrid o a Barcelona ahora se van a las grandes ciudades del entorno, solo que al ser el europeo, las ciudades de destino son otras, como París, Londres, Fráncfort, etcétera. A ello se añade la emigración del talento a las grandes ciudades emergentes de Asia o América del Sur, o a las grandes ciudades de otros países desarrollados. Todo sigue dentro de la lógica de los flujos migratorios. El problema es que en Galicia, al estar la pirámide tan desequilibrada, cualquier muesca en la base se convierte en una tragedia, porque agrava nuestro futuro. La solución es clara: atraer empresas que empleen a los jóvenes más cualificados. El resto de los nuevos emigrantes seguirán marchando.