Sucedió en julio. María de Villota se estrelló probando un coche en un aeródromo inglés. Perdió el control y se fue contra la plataforma montacargas de un camión de su escudería. No iba a mucha velocidad, pero el impacto se lo llevó en la cara y la cabeza. Esos segundos fatales que lo voltean todo. El asfalto. Estuvo muy mal y perdió un ojo. Pero, al volver a reaparecer en España, María de Villota no ha dejado de dar lecciones. Una de sus frases fue «esta carrera la ha ganado, porque estoy viva». Así de sencillo y de auténtico. Las fotos con su parche fueron portada. Pero su discurso es de los que deben ser repetidos. Hoy que los mensajes son confusos y que lo accesorio ocupa un lugar muchas veces exagerado, nada como escuchar, no oír, a María de Villota cuando señaló que «ahora veo más que antes, lo importante». Esa inflexión en la coma es muy relevante. Ahora ha aprendido a mirar. Como cuando reflexionó sobre otra de las lecciones que aprendió con el golpe, el hospital, la recuperación: «Mi vida era una contrarreloj, hay que parar y medir las cosas». ¿Quién se no se reconoce en ese vértigo? ¿Quién no ve pasar los días tan iguales que apenas hay manera de diferenciarlos? Lo importante es vivir. Y, después, saber vivir. Como María de Villota tras superar su accidente.