Elecciones EE.UU. 2012: ¿Puede llegar un paleto a la Casa Blanca?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

06 nov 2012 . Actualizado a las 23:26 h.

Hoy es el primer martes después del primer lunes de noviembre. Lo que quiere decir que una buena parte el mundo se despertará mañana sabiendo quién va a estar al mando los próximos cuatro años. Se afirma por ello con frecuencia que en las elecciones presidenciales de Estados Unidos deberían tener derecho al voto todos los ciudadanos del planeta. Si así fuera, en Europa la cosa tendría poca emoción, porque Barack Obama arrasaría a Mitt Romney. Y no es de extrañar, ante la vergonzosa falta de objetividad con la que se informa aquí sobre la campaña electoral de Estados Unidos. Vaya por delante que mi voto iría para Obama. Pero mientras en Europa es casi imposible leer un texto crítico hacia su persona, no ya hacia el político, sobre Romney se nos dibujó desde el principio la caricatura zafia de un lerdo, analfabeto y botarate que no tenía nada que hacer contra el carismático Obama.

De ahí la perplejidad general aquí, no en Estados Unidos, por el hecho de que ese patán vapulee en un debate televisado al actual presidente y se plante hoy con serias posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Si ello sucediera, prepárense para un torrente de descalificaciones en Europa no solo hacia Romney, sino también hacia el pueblo norteamericano capaz de echarse en brazos de semejante paleto. Ese patético aire de superioridad es el que hace que si los estadounidenses eligen a alguien cool a la europea, como Clinton u Obama, les concedamos el carné de adultos y demócratas, pero si optan por quien no nos gusta pasen a ser imbéciles totalitarios.

No hay un solo motivo para ello, pero los europeos nos creemos moral e intelectualmente superiores a los norteamericanos. Se repite borreguilmente el estereotipo del estadounidense aldeano, ignorante y maleducado. Y se utiliza el infantil argumento de que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Estados Unidos son incapaces de situar correctamente en el mapa la ubicación de Londres, París o Madrid, como si eso fuera el colmo de la estulticia. Lo que se cuenta menos es que muy pocos europeos podrían señalar en ese mismo mapa dónde están las capitales de Tejas, Ohio o Nevada. Y eso, en el improbable caso de que supieran cuáles son. Asombra también que Europa pretenda dar lecciones de democracia a Estados Unidos. Esa Europa que no solo alumbró a mandatarios como Françoise Mitterrand, Bettino Craxi, Helmut Kohl o Jacques Chirac, por citar algunos, sino que los mantiene todavía en un altar pese a que todos ellos están implicados en gravísimos casos de corrupción. En Estados Unidos serían apestados. ¿Habrá que recordar que Nixon tuvo que dimitir por el mero hecho de haber mentido, sin necesidad de probar su implicación en el Watergate? Con ese rasero de honestidad, los Parlamentos europeos estarían vacíos. Dejemos a los estadounidenses elegir en paz. Entre otras cosas, porque ni Obama es Gandhi, ni Romney Belcebú.