L a sociedad, esa inmensa fuerza que nos puso a gobernar este país hace treinta años, después de una interminable dictadura, liberándose de miedos y años de adoctrinamiento, apostó por la socialdemocracia para modernizar España, hacerla más justa, implantar un sistema de derechos civiles, acercarnos a Europa y alejarnos de aquello que nos hacía súbditos de la miseria y de la desilusión. Fue la sociedad la que nos dio la oportunidad como partido, la que nos convirtió en su opción política y la que se puso en nuestras manos a lo largo de más de veinte años, para que hiciéramos realidad que el hijo de un trabajador tuviera oportunidades educativas en la vida , para que el pescador que se jugaba la vida en cada marea se viera protegido por un sistema universal de seguridad social o para que aquellos padres que tienen un maravilloso hijo o hija con discapacidad nunca jamás se encontraran desatendidos. Ese fue el encargo de una sociedad hambrienta de justicia. Ahora debemos estar dispuestos a transformar de nuevo este país. Para ello nos toca ofrecer liderazgos y equipos renovados, con políticas socialdemócratas contundentes, en las que prescindamos de lo prescindible para mantener lo imprescindible, dejando claro que es el Gobierno porque representa al pueblo el que dirige el país, y no los bancos, las constructoras, las eléctricas o la Conferencia Episcopal; haciéndolo funcionar, no teniendo miedo a intervenir desde el Estado en sectores estratégicos, racionalizando esta caótica Administración en la que aún tardamos un año en dar una licencia o veinte en hacer una concentración parcelaria; protegiendo al trabajador y al empresario que no especula, porque somos un equipo que no funciona si alguno de ellos falla. Debemos democratizar las instituciones en su funcionamiento, que los ciudadanos pasen de cuestionarlas a entenderlas, debemos regular de una vez los salarios de los políticos de cada Administración para erradicar las sospechas y los abusos. En definitiva, nos toca ilusionar, estar dispuestos a todo por levantar este país, con humildad, con credibilidad, que solo aparece cuando uno no contradice lo que dice a lo que hace, renunciando a la aspiración personal permanente y acercándose a la sencillez y al compromiso. Urge hacerlo, tanto a nivel nacional como en Galicia, donde tenemos personas y equipos capaces de liderar este proyecto, personas como José Ramón Besteiro, al que apoyo en su decisión de ponerse al servicio del partido para afrontar este reto. Se lo debemos a la sociedad, otra vez.