¡Viva la justicia proporcional!

OPINIÓN

20 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hoy me hubiese gustado ser andaluz para titular el artículo a la manera fetén: «¡Viva la justicia proporcional y la madre que la parió!». Pero al ser gallego no me resulta auténtica la apostilla, y por eso tuve que limitarme a solo cuatro palabras. Y quiero decirles que este entusiasmo incontenible por la Justicia española se debe a que acabo de descubrir que, además de ser rápida, ciega ante los poderes y privilegios, igual para todos, muy cuidada, manifestada en sentencias y autos admirables, homogénea en sus trazos y apreciaciones, y mucho más parecida a un reloj suizo que a una ruleta rusa, nuestra Justicia también es proporcional y equilibrada como báscula de feriante. Y, para que usted también pueda admirarla, se lo voy a demostrar.

En un tiempo en el que todo el mundo espía, desde el Vaticano a Washington, desde Europa a China, desde las ingenierías industriales hasta los grandes administradores de la web, y desde los programas del corazón hasta los que quieren conocer el traje de la novia, deberíamos concluir que el caso de espionaje de Método 3, con Alicia Camacho y la exnovia de Oriol Pujol de protagonistas, y con la horterada de los micrófonos puestos en el florero del restaurante, es un marujeo de traca, cuya solución debería limitarse a darle a cada implicado «una patada en el culo» -aquí me inspiro en Fraga- y decirles que no vuelvan a pisar el restaurante La Camarga.

Lo de Bárcenas, en cambio, con tufo a cohechos, prevaricaciones, dinero negro, sobres marrones, contabilidades falsas, cómplices e implicados institucionales a todos los niveles, cuentas en Suiza y defraudaciones millonarias a la Hacienda pública, parece mucho más grave, porque afecta a la forma en que funcionan los partidos y el poder, porque tiene visos de trama criminal continuada, y porque tiene su sede en la fábrica de las ideas que sustentan los recortes y ajustes de la crisis.

¿Y qué hace la Justicia? En el primer caso invade la sede del PSC e incauta el ordenador de Lluisa Barraquer -donde debe haber conversaciones del estilo Mortadelo: «biss, biss, biss, y bla, bla, bla»-. Pero nadie se asoma, en cambio, ni se asomó nunca, a la sede del PP, donde el imputado mayor del reino tuvo su despacho, manejó sus pruebas y destruyó lo que quiso, y donde, según confesión del mismo pájaro en sede judicial, el propio Rajoy metió algunos papeles en la máquina de triturar.

Claro que a mí, por puro respeto, no me gusta hablar de la Justicia. Pero esta vez quiero hacer constar que lo que veo me suena a proporción, igualdad y equilibrio, como ya me sonaba antes, cuando en Galicia se registraban concellos, diputaciones y domicilios buscando el reloj regalado o la multa perdonada. Y es que ninguna institución funciona en el mundo como la Justicia española, que, como diría Forges, «cuando se pone, se pone».