Un desastre de país

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

29 jul 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Nunca he tenido en mis manos esos argumentarios de los partidos políticos de que tanto hablan los múltiples opinadores televisivos y radiofónicos, pero no es difícil adivinar los contenidos. Basta con escuchar los que dicen los políticos, periodistas u opinadores de un determinado partido para darse cuenta de que las respuestas son una clonación directa de un mensaje común, es decir, del supuesto argumentario. Una forma de comunicar que empobrece el debate y la opinión pública y que permite que los mediocres sigan hablando con una hiperbólica autoridad formal. Realmente para hacer esto bastaría con unos pocos portavoces y el resto de los políticos, asesores, expertos, etcétera, podrían contribuir con el ahorro del coste de sus sueldos y complementos a la aminoración del déficit público. ¡En qué pantomima han devenido los partidos políticos! No es extraño que sean considerados por los ciudadanos culpables directos en esta catástrofe nacional en que estamos instalados, por mucho que ciertas cifras macroeconómicas auguren una salida hacia delante. Y más cuando la corrupción se adueña de su funcionamiento a todos lo niveles.

Es una irresponsabilidad de los políticos que sigan pensando solo en el interés personal y del grupo, sin darse cuenta de que la consecuencia más grave de sus actos es la desafección total de la sociedad y la formación de grupos de opinión y de acción que pueden llevar el futuro político de este país a la deriva y la ingobernabilidad. Pero ellos siguen con la mirada centrada en el partido, como si la realidad social y el mundo exterior no existiesen más allá de sus coordenadas de interés. Este es el gran problema de España, sin duda, ya que todos los que nos sacudieron fueron consecuencia de la acción manipuladora, prevaricadora y corrupta de los políticos presentes en los órganos de responsabilidad de los gobiernos, de las entidades financieras, de las empresas públicas, etcétera; es decir de todo aquello que nos llevó a esta situación. Es la misma razón por la cual siguen sin meter la tijera en asesores, en consejos áulicos, en agencias públicas y en toda esa parafernalia de centros de colocación de los afines. Así se explica, entre otras influencias y dependencias externas, la tan extraña reforma administrativa que se aprueba, la tan contestada nueva ley de educación, la nueva legislación laboral, etcétera. Son todas medidas contenidas, pensadas para dar apariencia de reforma, para beneficiar a los grupos de interés y lograr que los de dentro no salgan perjudicados. Si a eso añadimos la mentira permanente en boca de los máximos dirigentes y representantes de los partidos, completaremos el tremendo cuadro político y económico de España. Un cuadro que, a otra escala y con algunos matices a nuestro favor, podemos también traspasar a Galicia, porque los gobiernos autónomos están presos igualmente de las directrices de los centros nacionales de decisión.