Posiblemente solo el juez que ha conseguido destapar la caja B del partido del Gobierno sea capaz de desentrañar la maraña de intereses, filiales, engaños contables, evasiones, facturas dobles y ocultaciones del Pescanovagate. A quien fuera su emblema, Manuel Fernández de Sousa, acostumbrado a la moqueta desde chaval, le tocó ayer pisar las alfombras de la Audiencia Nacional. A su pesar. Ahí deberá, de entrada, aclarar si usó información privilegiada para hacer caja cuando miles de accionistas perdían, engañados por las ficticias cuentas de la multinacional. Fernández de Sousa, hombre dotado en el arte de los giros discursivos, salió airoso de su primer careo, utilizando la táctica del calamar: expandir tinta (señaló a la banca y a la auditora) para esconderse. Está por ver cuánto le durará esa estrategia.