España, un país «low cost»

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

22 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Como Iberia después de su desdichado matrimonio con British Airways: España quiere convertirse en un país de bajo coste. Rajoy lo proclamó en Japón y lo reitera allí donde le plantan un micrófono ante la boca: viajen en nuestras aerolíneas. Cada vez son más baratas, la tripulación cobra menos que la competencia y la amenaza del despido mantiene su adrenalina del cabreo bajo control. Incluso, si usted paga bisnes, le permitimos degustar un habano apoltronado en el asiento de la aeronave. Como en los viejos tiempos o en el moderno Eurovegas.

Low cost, la nueva enseña de la marca España. Me apropio del concepto -ya lo ha utilizado Jordi Sevilla- porque define a la perfección el modelo productivo al que nos están abocando. Cuando nuestros sueldos sean ínfimos, nuestra competitividad será máxima. Nadie nos meterá mano en el globalizado mercado mundial, porque nadie podrá superar el «barato barato» de nuestro top manta. Y vamos por el buen camino: los salarios reales de los trabajadores ya son inferiores a los que percibían a comienzos de siglo. El año pasado cayeron un 6,3 % en España y más del 10 % en Galicia. La estrategia de la reforma laboral, el cepillado de las remuneraciones en el sector público y un ejército de parados dispuestos a trabajar por salarios de subsistencia han obrado el milagro. La devaluación ha sido un éxito, como bien proclama el banquero Botín: el dinero fluye a espuertas hacia el solar patrio. Vea usted las bolsas. ¡Lástima que seis millones de parados y más de trece millones de asalariados no sepan apreciarlo!

Ya estoy oyendo a mi objetor tradicional: comparto su malestar, comprendo que los sacrificios duelen, ¿pero qué vía alternativa propone? Yo no propongo nada, que de mesías está el mundo repleto. Simplemente me fijo. Observo que en Alemania, el paradigma de la austeridad y los minijobs, un trabajador de la industria o los servicios cobra el doble, por término medio, que un trabajador español. Y es uno de los países más competitivos del planeta. Observo que en Bulgaria, otro de nuestros socios europeos, el salario medio es siete u ocho veces inferior al español. Y es un país que vive al fiado, que acumula un colosal déficit por cuenta corriente. Elija usted el espejo en que mirarse.

Hemos optado por el modelo búlgaro. El salario raquítico y el producto indiferenciado. La renta magra y la mercancía estándar. La calidad baja y el precio de saldo. El low cost. Si lo tenemos claro, llevémoslo a las últimas consecuencias. Suprimamos de un plumazo, y no gota a gota como hace el Gobierno, la educación y la innovación. Ahorraremos unos euros y, además, seremos todavía más competitivos.