No es lo mismo decir que el país se encuentra en un estado de alerta total, que afirmar que César Alierta estuvo total. Sin el más mínimo pudor, y quedándose más ancho que Castilla, el presidente de Telefónica aseguró en un acto celebrado en Santiago que la crisis se ha acabado. Me parece indecoroso que nos venga a contar semejante milonga.
El mejor indicador de que la crisis sigue ahí, más cruel que nunca, es la calle. El día que no se cuenten por miles las personas que duermen a la intemperie, y que los políticos dejen de fotografiarse a diario entregando talones a los comedores sociales, daremos por buenas las palabras del empresario.
¿Qué credibilidad puede tener esa afirmación puesta en boca de una persona que, a pesar de las penurias que viven seis millones de desempleados y sus familias, actúa con tal desfachatez? Hartos estamos de que los políticos intenten justificar su nefasta gestión con la tesis de que los parámetros macroeconómicos son inmejorables.
A los ciudadanos nos importan más los microeconómicos, los relacionados con acciones individuales de un comprador, de un fabricante o de una empresa. Insisto. La calle será la que nos diga cuándo ha terminado la crisis.