Hacienda y los poderosos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

22 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El valeroso y eficaz ministro Cristóbal Montoro se enfrenta a un problema sucio que solo él puede limpiar con información: la destitución de una inspectora de Hacienda que rechazó un recurso de la multinacional Cemex. Se supone que el rechazo de un recurso contra una inspección de tributos es un acto de defensa de los intereses del fisco, pero aquí las cosas sucedieron al revés: la inspectora fue apartada de su trabajo de forma fulminante y por autoridad muy superior. Ahora se está produciendo un movimiento de solidaridad en la dependencia de grandes contribuyentes y tiene todas las trazas de convertirse en una rebelión interna y quizá en un escándalo.

¿Por qué digo escándalo? Porque pudo haber ocurrido que la poderosa Cemex haya exigido privilegios a cambio de trabajar más en España; porque se ha sensibilizado a la sociedad contra el fraude fiscal (ya era hora) y no se admiten diferencias de trato; porque se nos ha predicado que debe pagar más quien más tiene, y se podría comprobar que no es así cuando se tiene influencia y poder; porque hemos conocido recientemente cómo grandes empresas mundiales disponen de montajes perfectos para no pagar impuestos en ningún país; porque la lucha contra el fraude, de cuyo éxito tanto presume el Gobierno, no puede conocer excepciones; y porque se hizo tal propaganda sobre la necesidad de contribuir, que se ha creado una especie de afán justiciero en el ciudadano que no tolera tratos de favor. Ni hacia los particulares, ni hacia las empresas normales, ni hacia las grandes corporaciones.

Quiero entender, por las pocas explicaciones que se han facilitado, que en el caso de la inspectora destituida se trató efectivamente de un ajuste interno sin más y que el resto de los episodios de dimisiones son consecuencia de la solidaridad entre compañeros. No me entra en la cabeza que haya existido un tráfico de influencias y favores de esa magnitud. Pero, como cabe la duda, se hace urgente que el señor ministro de Hacienda pida comparecer en el Congreso para ofrecer su versión de los hechos y divulgar todos los datos del episodio.

Hágalo, señor Montoro, para desmentir que existen dos clases de contribuyentes: los que tienen poderes para escabullirse de sus obligaciones fiscales y los que no tenemos escapatoria. Hágalo, porque hoy existen miles de profesionales que han sido literalmente esquilmados por simples errores de concepto de contribución y necesitan saber que les han hecho pagar lo justo, pero no lo que otros ocultan. Hágalo, para apartar la sombra de la sospecha, ahora que se está santificando la idea de transparencia. Y hágalo, finalmente, para demostrar que los poderosos no doblegan la voluntad de la Hacienda pública.