Una sola letra y dos genios inmensos. La música del azar. Qué curiosos son los nombres y los apellidos. El otro día me di cuenta de que con una sola letra pasaba de uno de mis escritores favoritos a uno de mis cineastas favoritos. De mí y de millones de curiosos adictos a la cultura, a la educación, al saber. Todo es curiosidad y ganas. Una sola letra y pasamos de Oscar Wilde a Billy Wilder. Casi con ellos y buena compañía llega, me dice un amigo. No le falta razón ni corazón. Es imposible derrochar más ingenio que Oscar Wilde. Sus frases son disparos que cazan sentimientos y reflexiones como casi nadie ha sido capaz. Wilde derrochó el ingenio y la vida. Como todos los grandes. Un ejemplo de cómo jugaba con las palabras como si el diccionario fuese una baraja: «No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea». Pero es que su casi compañero de apellido artístico, Wilder, también era una catarata de talento. ¿Qué se puede hacer después de filmar El apartamento? Solo un genio como él puede hacer más. Y también se le daba bien el trenzado de frases para destrizar sentimientos: «Me gustaría morir a los 104 años, completamente sano, asesinado por un marido que me ha pillado in fraganti con su joven esposa». Repito, sin sentido del humor, nada tiene sentido.