Corrección incorrecta

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

29 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Pocas actitudes me irritan más que la imposición de lo políticamente correcto en nuestra sociedad. Es algo que deberíamos denunciar con más frecuencia e intensidad, porque nos cohíbe y nos impide decir lo que pensamos: ¡no vaya a ser que alguien nos eche un rapapolvo, legitimado por algún colectivo sectario de quinta fila! El resultado es un apocamiento social impropio de nuestra autoestima después de siete lustros de democracia. La libertad crea justamente el espacio idóneo para manifestarnos con sinceridad. Pero no siempre lo hacemos. Por el contrario, de un modo blandengue y paniaguado, nos sometemos a la tiranía de lo políticamente correcto, que nos lleva a ocultar juicios, inclinaciones o preferencias. Algo que ocurre especialmente cuando miramos hacia nuestro pasado, a veces ya impronunciable. Tenemos héroes a mansalva, pero apenas los mencionamos (excepto Arturo Pérez Reverte) porque ya no está de moda su valor o hemos recortado su prestigio moral. Ellos hicieron nuestra historia (brillante a veces), pero nosotros no los reconocemos como antepasados. Vivimos un presentismo atiborrado de ignorancia sobre lo nuestro. Los héroes de antaño están siendo sepultados bajo toneladas de olvido. Digo todo esto porque yo mismo me descubro a veces evitando ciertos nombres o hazañas para no caer en discusiones farragosas o pueriles. Poco que decir sobre el Cid, Viriato, Pardo de Cela o los valerosos guerrilleros de la Guerra de la Independencia (si es que aún se osa llamarles así). Nada que mencionar o recordar acerca de la belicosidad interna de nuestro siglo XIX. Evitar cuidadosamente las referencias a la Guerra Civil. Y, por supuesto, sobre el franquismo, solo condena y olvido; ni una cifra que lo compare con los tiempos actuales. Todas las estadísticas deben partir de 1977 y no admitir ningún otro antecedente, ni siquiera favorable. Es lo políticamente correcto. Y absurdo. Porque los que desconocen su historia son los más proclives a repetirla. Aunque decir esto sea también políticamente correcto. Lo siento.