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Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

30 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La esperada y necesaria retirada de Lendoiro escenificó en mi mente el final de una etapa de liderazgos. Aquella puesta en escena de A Coruña, donde cuatro líderes fuertes al frente de las finanzas, del gobierno de la ciudad, de los empresarios, y de la ayer poderosa Cámara de Comercio bajo el timón de un alcalde de ambiciosos horizontes, y aunando el talento más representativo de profesionales y grupos sociales, promovieron un cambio que sigue siendo la imagen de la ciudad que hoy admiramos. Cierto que Lendoiro cometió graves errores que le impidieron unirse a la dirección de la ciudad, pero su cacicato deportivo trajo éxitos a un equipo que también él llevó al descalabro financiero. Ahora son nuevos los llamados a ejercer el liderazgo en el gobierno de la ciudad, en las finanzas y en el Dépor. Los nuevos líderes urbanos deberían haber aprendido que parte de su éxito está en saber aglutinar el talento urbano. Estamos empezando una nueva etapa, y como un proyecto de ciudad liderada no se improvisa en un día, ni siquiera en una legislatura, habrá que esperar a que el nuevo ciclo se consolide.

Otras ciudades están en tesituras semejantes. En Vigo, del liderazgo unipersonal de don Julio (Gayoso) solo quedan restos; la crisis de Pescanova arrumbó un anterior liderazgo compartido, y el liderazgo político siempre fue débil. Tampoco encontramos aquel fuerte liderazgo empresarial que desde Citroën ejerció Riera. Probablemente fue el mejor exponente de la implicación empresa-ciudad en Galicia.

En Santiago, el singular liderazgo de un alcalde, Estévez, preparó las bases de un proyecto que catalizó el propósito del verdadero líder de la capital de Galicia, Fraga, para quien el papel institucional de la ciudad-capital fue la justificación para un gran proyecto urbano que podría, además, entrar desafiante a romper ese dualismo que permanentemente confrontaba la ciudad del norte con la del sur. Ahora quedó en su lugar un localismo recalcitrante, más mediático que real, y que desmerece del carácter abierto de la ciudad compostelana.

En las demás ciudades, o bien desaparecieron los líderes provinciales, o el liderazgo de fuertes alcaldes aún no ha encontrado repuesto para el futuro, como ocurre en Lugo y en Pontevedra.