Los que creemos en las bondades de la Unión Europea vemos con creciente preocupación cómo los partidos más antieuropeístas agrandan su bolsa de votos. Y la preocupación crece cuando se descubre que estos neopopulistas ganan terreno con un simple mensaje de rechazo, sin presentar ninguna alternativa. En realidad, comparecen como antieuropeístas porque han detectado el miedo entre la gente y, en vez de buscar una solución, han preferido designar culpable a la UE. Saben que el europeísmo ha perdido popularidad y se apresuran a aprovecharse de ello con un mensaje contrario, lleno de antiguallas nacionalistas y de proclamas de muy dudosa condición democrática.
¿Corre peligro la Unión Europea? Sí, si los ciudadanos abandonan la idea que representa, tal vez la más hermosa que lograron poner en marcha las naciones europeas en toda su historia. Porque la UE, justamente porque es una comunidad de ciudadanos libres, no podría sobrevivir a un alejamiento de su propia ciudadanía. Eso lo sabemos todos, y muy especialmente sus enemigos. Por eso ha llegado la hora de defenderla con políticas activas y solidarias, con programas sociales comunes, con disciplinas y esfuerzos compartidos. La crisis económica está en la base de la actual crisis de la Unión Europea, y la UE debe demostrar que ella es la mejor medicina para combatir esa adversidad. ¿Lo está demostrando? Sí. No con un acierto total, pero está avanzando en el buen camino, con la determinación de progresar en la integración y no consentir que ningún Estado quede excluido. Los objetivos de disciplina presupuestaria y de aumento de la inversión en el crecimiento deben conciliarse eficazmente, y en ello se está. La austeridad a secas no basta, ni es aceptable el imperio del capitalismo salvaje. Ambos son enemigos de la buena marcha (y de la buena imagen) de la UE. Lo saben bien los antieuropeístas.
La Unión Europea es un privilegio histórico que nos ha tocado conocer y vivir. Por ello debemos defenderla y ser exigentes con sus políticas. Si la Unión Europea acierta -con los cambios que sean necesarios-, pronto quedarán atrás la crisis económica y los antieuropeístas alimentados a sus pechos.
Es el destino que anhelamos quienes mantenemos el sueño europeo.