El pino de Pondal

Francisco Vázquez TRIBUNA

OPINIÓN

17 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Nuestros antepasados siempre buscaron interpretaciones propias de las ciencias del arcano para explicar los sucesos y desgracias sobrevenidas por la acción de los elementos desatados de la naturaleza.

Viene esto a cuento por la expresiva fotografía que llena la portada de La Voz de Galicia del sábado en su edición de A Coruña y que reproduce la imagen, caído en tierra, del centenario pino que en los jardines coruñeses flanqueaba el monolito dedicado a Eduardo Pondal, achacándose a los vientos huracanados que sufrimos estos días la causa de su derribo.

Craso error. Cualquier neófito bardo o inexperto druida nos diría que ninguna ciclogénesis es la responsable del arboricidio, sino que ha sido la voluntad del propio poeta la que para llamar nuestra atención ha provocado que el pino fuera abatido y así hacernos ver su disgusto por la manipulación a la que se ve sometido.

De un tiempo a esta parte, a Pondal, como a muchos otros intelectuales a los que conocemos como «os nosos devanceiros», interesadamente se les atribuyen posicionamientos políticos que nada tienen que ver con sus auténticas convicciones.

Como autor de la letra del Himno Gallego, Pondal pasa por ser un claro antiespañolista, precursor y abanderado de las tesis soberanistas e independentistas tan en boga por los profetas del llamado derecho a decidir.

Sin ánimo de polemizar y en el deseo de explicar la verdadera razón de la caída del pino, les diré que obra en mi poder una carta que con fecha 5 de abril de 1890 dirige desde Puente-Ceso (sic) Eduardo Pondal a su amigo Pascual Veiga, autor de la música del Himno Gallego.

En la misiva, después de unas consideraciones sobre la causa de la redención del pueblo gallego, Pondal le dice a Veiga, y cito textualmente: «Excuso advertir a usted que estas estrofas aspiran solo a despertar en nuestros paisanos las nobles ideas de un bien entendido regionalismo; pero de ningún modo a promover el separatismo, pues que soy acérrimo partidario de la unidad e integridad de nuestra grande y gloriosa España».

Aclarado el pensamiento de Pondal y no el que se le atribuye, podemos entender el mensaje que el asunto del pino encierra. Otro día les contaré la razón por la cual el día que abandoné la alcaldía para marchar a Roma como embajador, otra ciclogénesis misteriosa derribó el mástil de la bandera de España que yo había instalado en la coraza de Riazor.