¿Vuelve Rusia?

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

17 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Rusia nunca se había ido, pero muchos creían que sí. Son estos los que ahora afirman con voz de descubridores que ha vuelto. Habían olvidado una sabia sentencia de Oscar Wilde: «Todo es siempre posible, menos que Rusia cambie». Por eso no debería sorprendernos nada de lo que está ocurriendo, porque solo revelaría nuestra ignorancia. Rusia se está comportando como era de prever ante un conflicto como el de Ucrania.

¿Es tan difícil de entender? Sinceramente, creo que lo más arduo de asimilar es nuestra propia expresión de sorpresa, que estimo falsa de toda falsedad. Ya Winston Churchill trató de enredarnos en su día cuando dijo que «Rusia es una adivinanza, envuelta en un misterio, dentro de un enigma». Lo cual es tanto como afirmar que no tiene dilucidación posible. Pero no es verdad. Hasta el que asó la manteca sabía que un tal Putin no se iba a quedar quieto mirando cómo Ucrania le daba la espalda a Rusia y se iba del brazo de la UE. Los juegos tienen reglas y ese envite no estaba en el reglamento.

La realidad es que la Unión Europea y Rusia tienen que aprender a relacionarse sin robarse la cartera. Habría en ello tantas cosas positivas que hasta un tarugo como Putin acabaría por darse cuenta. En cuanto a EE.UU., es de cajón que debe revisar su viejo antagonismo con la URSS para acompasarlo a los tiempos presentes de Rusia. Pero, claro, todo esto no es tan fácil. Por eso creo que Ucrania no será el último tropiezo de tanto lince estratégico como hay al este y al oeste de esta nación europea.

Vuelve Rusia, sí, porque nunca se fue. Y es muy difícil que esto cambie. Por ello, lo más razonable es admitir lo que ya sabemos y dar un paso al frente en la buena dirección. Y la buena dirección es, como en el amor, aquella que no pretende cambiar al otro, sino respetarlo y seducirlo. ¿Es posible que EE.UU. se sume a este proceder? No lo creo fácil. EE.UU. también necesita ver para creer, y tiene toda la razón. Aquí casi todos nos hemos comportado como trileros históricos y no vamos a amanecer siendo unos angelitos. Pero sí que debiéramos aprender a elegir y sondear los buenos caminos, para que algún día nadie tenga que invadir a nadie para alimentar su atrofiado ego.