Un tal Hernández

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro A REVIRAVOLTA

OPINIÓN

11 jun 2014 . Actualizado a las 13:20 h.

A los pocos minutos de que Ángel Currás entregara las armas y anunciara su dimisión como alcalde de Santiago, un abogado compostelano que se mueve en la órbita del PSOE colgaba en una red social este mensaje: «Agustín Hernández dimisión!». Obviamente se trataba de una broma, que para eso están las redes sociales, para desfogar y traducir la bilis corporal a unos cuantos caracteres. Aunque bien mirado, el comentario también da fe de las dificultades que le aguardan al todavía conselleiro de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras en su futuro destino local, donde la credibilidad del partido al que pertenece, el PP, no levanta un palmo del suelo.

Probablemente Hernández no sea de esas personas que se encogen ante las adversidades, y menos aún ante una oposición municipal que se ha venido arriba tras ver cómo los dos últimos alcaldes compostelanos se desplomaron como muñecos en muy pocos meses hostigados por la Justicia, la misma Justicia que envió a casa a siete concejales del PP condenados por un delito de prevaricación y a alguno más que hizo gala de la dignidad que todavía le quedaba y presentó su dimisión. Hernández tiene un doctorado en eso de resistir. Le pidió la dimisión el BNG por no preservar debidamente el espacio natural de Monte Pindo, que el año pasado fue pasto de las llamas. Se la exigió AGE tras la sentencia que anuló la legalización de varias urbanizaciones en Barreiros (Lugo), y la demandó el PSOE por partida doble por certificar una obra inacabada y por el supuesto incumplimiento de la ley de incompatibilidades.

Aguantar los embates de la oposición puede ser incluso el problema más nimio que tenga que encarar Agustín Hernández. Sus dificultades son de otra naturaleza. Se deben, en primer lugar, a que el futuro alcalde tiene por delante muy poco tiempo, apenas once meses, para borrar los rastros de esa podredumbre que parece haberse instalado en el Concello de Santiago como la carcoma. Y se deben, en segundo lugar, a que Hernández es un gran desconocido para la mayoría de los compostelanos, es un tal Hernández, sin pasado, sin familia y sin apodo en la ciudad, al que no le va a resultar fácil que, visto lo visto, los vecinos le confíen la cartera.

Es verdad que es un conselleiro muy valioso para Feijoo en la Xunta, lo que realza la apuesta personal del presidente por echar mano a lo mejor que tiene para normalizar, un tanto a destiempo, la situación en el Concello. Pero no hay que olvidar que al PP gallego nunca se le dieron bien esas operaciones de fabricar conselleiros para foguearlos después en los concellos. Que se lo pregunten si no a Dositeo Rodríguez. O a doña Manolita López Besteiro.