El titular clásico acostumbra decir que «ha nacido una estrella», porque suele anunciar la aparición de un personaje con luz propia y composición compleja, que da luz y calor a otros cuerpos celestes, y que constituye un microcosmos de planetas y satélites que giran a su alrededor. Pero lo que acaba de nacer, de acuerdo con la encuesta poselectoral de Sondaxe, es un enorme meteorito llamado Pablo Iglesias, que está formado por material desprendido del PSOE, del PP y de las izquierdas anticapitalistas, que no tiene luz propia ni organiza en su entorno ningún microcosmos, pero que tiene tanta masa y tanta velocidad que solo puede apuntar a dos destinos: pasar de largo, y convertirse en falsa alarma, o chocar contra el sistema y, por medio del caos, extinguir a los dinosaurios y otros miles de especies, para generar -¡qué bonito!- un nuevo planeta azul.
Aunque el 37,1 % de los encuestados aún piensa que este meteorito se va a desintegrar en la atmósfera, un 48,3 % cree que este repentino Armagedón se va a consolidar, cifra que sube al 50,1 % en los electorados urbanos, y al 60 % entre los electores más jóvenes. Y por eso no debe extrañarnos que, aunque el 50,2 % de los encuestados no ven a Pablo Iglesias como candidato a la Presidencia del Gobierno -porque piensan que solo es un arma de la indignación coyuntural-, un 38,4 % ya lo ven compitiendo para encabezar un Gobierno de aluvión, asambleario e izquierdista. Y no seré yo quien niegue que esto pueda suceder, porque, aunque los votantes del PP mantengan su escepticismo al respecto -solo el 24 % cree que puede consolidarse-, la izquierda -dividida, desnortada y sin líderes- ve a Iglesias como uno más de los suyos, con un 49,9 % de votantes socialistas y un 75 % de votantes de AGE que le auguran un futuro interesante.
Aunque la valoración de los políticos hay que tomarla con cautela, no deja de ser de traca que los gallegos valoremos a Pablo Iglesias con 5,02, mientras ninguneamos a estrellas recientes como Rosa Díez (3,71), a gobernantes europeos como Rajoy (3,67), y a productores de carne picada como Cayo Lara (3,61). Es cierto que Núñez Feijoo (5,13) se salva por pelos de este tsunami de espontánea y atolondrada devoción. Pero el bueno de Iglesias ya arrasa a todos los nacionalistas: al nuestro, que es Beiras (4,22), al listo que es Urkullu (3,02), al oportunista que es Oriol Junqueras (2,45), y al suicida, que es Artur Mas (1,87). Se ve que estamos en tiempo de amores fugaces.
Por lo que respecta a la procedencia del voto gallego a Podemos, un 13,1 % viene del BNG, un 15,5 % de AGE, un 16,7 % del PP, y un 32,1 % del PSOE. De lo cual se deduce la posibilidad de que España se meta de lleno en una pesadilla populista con cierto recorrido. Quizá porque al personal no le disgusta, o necesita, «buscar o pau para o lombo».